Las fiestas de Navidad siempre fueron las más alegres de todas las fiestas cristianas, pues en ellas se cumplen las promesas que anunciaron todos los profetas: que al mundo vendría un salvador, Jesús, el hijo de Dios e hijo de María. No vino al mundo para hacer turismo ni para ver nuestra cara bonita, manchada tantas veces por nuestras maldades; vino, precisamente, para eso: para devolvernos el hermoso rostro de Dios, pues a su imagen y semejanza hemos sido creados.

Qué pena que tantos y tantos, que nos llamamos cristianos, le hagamos el caldo gordo al diablo, que es la antítesis del rostro divino. Muchos celebran estas santas fiestas con parodias "carnavelescas", para llenar el vacío en que viven, por su falta de fe cristiana. Qué pena nos da ver tanta lucería por las calles y no ver imagen alguna del que es la verdadera luz del mundo, Jesucristo con María y San José, en su "portalito" de Belén.

Enhorabuena, disfrutemos de estas santas fiestas con verdadera paz y alegría, haciendo partícipes de ellas a los que más las necesitan.

¡Feliz Navidad para todos!