Nunca hubo tanto control sobre profesores y educadores por parte de los padres y sin embargo crecen los problemas de alcoholismo en los menores y las agresiones a los progenitores.

Aumentan las manifestaciones contra la Educación por la imposición de la responsabilidad de los deberes, al tiempo que decrece la firmeza a la hora de imponer la vuelta a casa después de una juerga que, a veces, acaba en algún que otro coma etílico. Y no hay movilizaciones de padres contra el botellón, o la venta de alcohol a menores. Quien no vio pandillas de jovencitos a la cola de cualquier supermercado con varias botellas, y no de agua precisamente. Acaso no tengan padres y si los tienen estén demasiado ocupados en protestar por las tareas o vean en el alcohol una manera más chic de madurar.

No pueden encomendarse al santo Estado para exigir todo tipo de ayudas y luego tirarle piedras cuando aquel pida un mínimo de responsabilidad.