En Ourense , el grupo municipal al que pertenezco, Democracia Ourensana, ha abierto un debate proponiendo como hora de retirada de las terrazas hosteleras las once de la noche. Hagamos algunas reflexiones.

Para los vecinos que sufren sus efectos, las terrazas son lo mismo que un botellón. Las inmisiones acústicas conculcan su derecho fundamental al descanso y a la intimidad de domicilio, como ya han sentenciado el Tribunal Supremo y el Constitucional.

El horario nocturno comienza a las once de la noche. A partir de esa hora, según la ley, no puede molestarse a los vecinos con ruido evitable. Los bares son vecinos como los demás, por lo que a partir de esa hora su actividad debe desarrollarse estrictamente en el interior.

La ley ya establece que a partir de esa hora la puerta debe permanecer cerrada, esto es, que su ruido no puede trascender al exterior. No tiene sentido por tanto sacar el bar fuera.

La creación de puestos de trabajo no es argumento. Si en el centro de la ciudad se montasen granjas, por ejemplo, también se crearían puestos de trabajo y actividad económica. Pero no se permite porque se conculcan derechos de los vecinos. Por eso mismo tampoco se permite actividad industrial ruidosa en entorno de viviendas, aunque generarían empleo.

Las viviendas próximas a terrazas se hacen inhabitables y terminan por abandonarse y arruinarse. En la práctica es como si hubiese caído una bomba destructiva sobre ellas. Una casa en la que no se puede vivir ya no es una casa. Riqueza inmobiliaria destruida.

El constante ambiente de bar callejero no es el mejor para fomentar a los niños del entorno vecinal el gusto por el estudio y la reflexión. Están condenados al fracaso escolar y por tanto vital por vivir donde viven. Una discriminación intolerable. Y provoca a largo plazo la pobreza intelectual y por tanto la pobreza económica del país.

Las costumbres sociales y las opciones de consumo comercial no pueden estar por encima de leyes y derechos fundamentales, y por ello tampoco son disculpa.

En verano, los vecinos tienen derecho a ventilar sus casas al fresco de la noche Forma parte de su derecho constitucional a una vivienda digna. Si tienen que bunkerizar su casa se conculca ese derecho. El fresco de la noche se convierte en un producto de consumo comercializado en las terrazas de los bares. Si alguien dice que el vecino no va a morirse por encerrarse en su casa, tampoco se morirá el cliente por meterse en el bar.

Los derechos de los vecinos son los mismos de lunes a domingo. Trasnochar en fin de semana es el hábito de ocio de un perfil de consumidores, no una obligación universal. Otra gente madruga el domingo para hacer deporte, por ejemplo, y es una forma de ocio igualmente respetable.

Solo son algunas de las docenas de reflexiones que podrían hacerse, para empezar a abandonar tópicos y empezar a pensar en hacer cumplir las leyes al respecto.