Que las Cartas al Director sea un escaparate de la disparidad de criterios o pareceres de distintas personas lectoras de ese periódico es obvio no admitiendo vuelta de tuerca. Que en el mismo se expongan pareceres que no solo chocan con su línea editorial sino que también embisten (el gallego usa el verbo "trucar" que considero más plástica y fotogénica) una y otra vez, tercamente, con la cantidad de artículos que preconizan lo contrario me parece totalmente desafortunado faltando a la realidad de las noticias que rodean dicho comentario, en donde aparecen con letras destacadas todo lo contrario de lo que dicen. Y dicen muy poco de dichos escritores que siguen erre con erre con su disparatado pensamiento. ¿Acaso no leen o no saben comprender lo que está al lado, bien claro, que dice todo lo opuesto?. A veces me recuerdan un oasis de total incomprensión sobre este o aquel determinado problema en medio de tantas páginas que precisamente hablan de su antítesis.

Como empedernido lector de esta sección estoy de acuerdo con muchos de esos habituales colaboradores, con los que incluso me identifico y coincido plenamente. Pero no así con algún que otro, que de cuando en vez desafina totalmente preguntándome si lo harán aposta o por figurar. Si así fuera no lo vería mal. Pero si es por falta de agallas intelectuales por no saber leer no la letra pequeña, que también, sino todos los demás comentarios y artículos que dicen y aportan pruebas de todo lo contrario y opuesto, entonces apaga y vámonos, pues sabrán escribir, pero no leer, que oficios complicados y enredosos ambos son, como dice el cervantino dejándolo retratado y quedando en las astas del toro, es decir queda abandonado y solo ante un peligro nadando contracorriente, y lo más triste, dejando una sensación desagradable de vergüenza ajena.

Todo esto sin ánimo de molestar o herir las sensibilidades de nadie, pero alguno dentro de su desnudez se adorna demasiado.