Conviene ponerse la venda antes de la herida, porque alguien volverá a intentarlo: hay pocas cosas más innecesarias, más insufriblemente necias que traducir al gallego una obra deliberadamente preñada de galleguismos: se perderían y con ellos la estética buscada por el autor. Hasta ahora, los propietarios de los derechos de autor han preservado la integridad la obra de Valle-Inclán, pero ya se han cumplido ochenta años de su muerte y pronto quedará a merced de cualquiera. Quienes ya hace años deseaban traducir obras de Valle al gallego podrán hacerlo sin cortapisas .Y en Galicia, hay galleguistas y, aunque parezca delirante, también nacionalistas. (Distingámoslos: galleguistas y catalanistas se diferencian de los propiamente nacionalistas en que no aspiran tanto a la independencia como a convertir España en un Estado plurilingüe formado por comunidades monolingües).

Todos los nacionalismos ibéricos (el portugués, el catalán, el vasco, el gallego?) son antiespañoles. En España, en la Enseñanza Secundaria, con mejor voluntad política que acierto filológico, se cambió el nombre de la asignatura "Lengua y Literatura Española" por el de "Lengua Castellana y Literatura", como un gesto que contenía la presuposición de que todas las lenguas que se hablan en España son lenguas españolas. Si alguien esperaba reciprocidad de los nacionalistas era un auténtico ingenuo. Y para saberlo, no hacía falta esperar al catalán Grupo Koiné. La Ley de Normalización Lingüística de Galicia dice en su Artículo 1: "O galego é a lingua propia de Galicia." Así, con el articulo determinado "a" (equivalente al español "la"), que le da el significado de unicidad: el gallego es la única lengua propia de Galicia. Pero lo cierto que el número de gallegos que hablan habitualmente en español es creciente y decreciente el número de quienes lo hacen en gallego. Naturalmente, la culpa no es de la inepcia de los defensores de la "normalización lingüística" -¡qué va!-, sino de la incansable y minuciosa maldad de sus enemigos, que incluso se oponen -¡Valle-Inclán é noso!- a traducir "Divinas palabras" a una lengua tan necesitada de talento literario: qué le vamos a hacer, los grandes escritores de Galicia, Valle-Inclán, Cela, Torrente Ballester e incluso Fernández Flórez son hispanogallegos, escribieron en una de las dos lenguas de los gallegos, el español. Y no sabían, los pobres, que eran unas víctimas más del autoodio. Hay un deseo muy comprensible de leer alguna obra brillante en gallego y escrita por gallegos; pero hay que traducir. Y no se debe. Pero ¿cómo evitarlo? Parece asombroso que el Estado, que tantas cosas inocentes puede prohibir, carezca de armas para impedirlo. Que las fabrique.