La ciencia ha demostrado que el nasciturus no forma parte de ningún órgano de la madre, sino que es un ser distinto de su padre y de su madre. Hablamos pues de un ser humano con una dignidad propia. Legisladores, médicos, políticos, medios de comunicación y ciudadanos debemos abordar con rigor y seriedad el debate sobre el derecho a la vida y el crimen del aborto. En muchos casos el aborto libre que algunos defienden es la última respuesta contraceptiva en una sociedad permisiva, en la que las relaciones sin compromiso conducen a embarazos no deseados.

Solo hay una forma de defender la libertad y es defendiendo la libertad de los demás; defender el derecho a vivir del "otro" al que debemos sentir como "nosotros" y luchar contra la sociedad utilitarista que condena a muerte a los más frágiles.

En España cada año se eliminan atrozmente 115.000 vidas humanas en los negocios abortistas; esto, lamentablemente, no es objeto de una huelga general, ni siquiera de un debate político serio. La vida humana es patrimonio de la humanidad y por ello no debe estar sujeta a ninguna ideología. Hablamos de seres humanos a los que ni siquiera se le honran sus restos, pues son tirados a la basura.

En los siglos XVII y XVIII imperaba la esclavitud. El parlamentario William Wilberforce luchó durante cincuenta años por la abolición de la esclavitud; como a los defensores del aborto cero, también a él se le tachó de "fanático"; su perseverancia hizo que en 1833 se aprobara la abolición de la esclavitud en todas las colonias británicas.

En España -y en el mundo-, los provida tenemos la certeza de que cuando los políticos actúen movidos por principios, respeten ante todo la dignidad humana y no estén tan pendientes de encuentas o de ocupar cargos, lograremos una ley aborto cero.