Leo en este periódico que en Vigo la Policía Local ha denunciado a 360 conductores por pasarse un semáforo en rojo en tan solo 3 semanas. Para muchos este tipo de campañas de control únicamente representan una forma de recaudar dinero por parte de la Administración. Ciertamente, a 17 multas por día y a 200 euros por sanción, el Ayuntamiento habrá recaudado un buen pellizco. ¿Pero de quién es la culpa? Pues nuestra, de quién va a ser, de los conductores. Ya que si hiciéramos las cosas bien, es decir, si respetáramos las normas de tráfico no tendríamos nada que temer porque no recibiríamos ninguna multa ni nos quitarían los puntos. Es una lástima que en esta sociedad en la cual vivimos todavía tengamos que estar con el sistema del castigo por no hacer las cosas bien. Soy formadora vial y, desde mi punto de vista, el problema real de las infracciones de tráfico es que la mayoría de personas no le dan la importancia que tienen hasta que ya no hay remedio. Y una multa y la pérdida de unos cuantos puntos puede tener solución, pero desgraciadamente la vida de una persona no es recuperable. Y el "no me he dado cuenta" o el "me he despistado" no eximen de la culpa y la responsabilidad. Es aquello que nunca pasa nada hasta que pasa, pero luego ya no existe vuelta atrás. Aunque estas formas de presión puedan parecer agresivas, como conductores deberíamos hacer más a menudo un ejercicio de reflexión sobre nuestros comportamientos al volante antes de que pueda ser demasiado tarde.