El 16 de mayo, mes de las flores, mi hermana Cristina hace ya un año que se fue de nuestras vidas y aún no me lo creo. Eres lo mejor que me pudo dar Dios como hermana. De todas y todos, de cada uno de mis hermanos, siempre procuraba aprender algo. De ti, Cris, a ser generosa.

Juntas fuimos al colegio "Isabel la Católica" y juntas continuaron nuestras vidas sin que ni los amigos, ni los amores, ni todos los sucesos, que fueron muchos, lograran separarnos. Juntas reímos y, también lloramos; juntas nos disfrazábamos y disfrazabas a mis hijas y gracias a ti llevaban el primer premio.

Cuando voy al "Corte" te veo; cuando entro en una floristería, te veo; voy de compras y te veo, cuando hay cualquier acontecimiento en mi vida, te veo, y pienso, ¿qué harías tú? No hay día que no te añore, que no note tu terrible ausencia. Sé que esto es lo que hay porque ni siquiere la muerte va a poder separarnos, ya que tú siempre serás un trozo de mí misma. Me dejaste maravillosos recuerdos, porque tengo la suerte de tener una memoria selectiva que solo me trae a mi mente lo bonito; tu Navidad, con tu árbol colgado del techo y al revés, las fresias, gerbera, peonias, lilium, tus recetas de cocina que nunca aprendí, tu vitalildad, tu sonrisa y tu responsabilidad.

Recuerdo que hacía poco que te habías operado y justo al mes ya asumiste tu responsabilidad de camarera del Stº. Cristo y lo arreglaste una vez más, y contigo se cerró una tradición de la que fuiste una digna sucesora.

Te bajaste del tren de la vida demasiado pronto, "siempre es pronto para morir". Mi familia se está desgregando y siento la vulnerabilidad a flor de piel. Y no sé como hacer para desvincularme de mi realidad que antes hacía tan fácilmente. Aún no me lo creo. Pero es que fue "ayer" y es poco tiempo para que mis heridas cicatricen o al menos dejen de sangrar. Pero doy gracias a la vida por darme la familia que me dio y porque tú, Cris, me enseñaste y ayudaste a ser feliz cada día. Nunca te olvidaré.