Muchas veces nos preguntamos cómo actuaríamos en caso de guerra, si seríamos capaces de afrontar el rigor de la batalla sin desfallecer o si simplemente nos desplomaríamos simulando estar ya muertos y huiríamos como los roedores de un naufragio.

Y qué haríamos si en una emboscada nuestro binomio cae herido y nuestra vida corre evidente riesgo: ¿cubrirnos y escapar, o arriesgarlo todo por auxiliar a un compañero caído en campo abierto?

Dejemos entonces el terreno de la fantasía y aplaudamos a un hombre, a un compañero que hace un par de noches contestó con sus actos a esas preguntas y sí, estuvo alerta en la batalla y sí, lo arriesgó todo para llevar a terreno seguro a su compañero.

Estoy hablando del tiroteo que se produjo la pasada noche del sábado en una estación de servicio de la carretera M-50 (en Villaviciosa de Odón), cuando una guardia civil que se encontraba vestida de paisano y fuera de servicio, efectuó varios disparos sin motivo aparente. Una de las balas hirió de gravedad a un joven gallego. Su acompañante logró apartarlo de la refriega y contener la hemorragia durante los interminables 20 minutos que tardaron en aparecer los servicios sanitarios.

Honremos entonces a ese hombre que, sin entrenamiento militar alguno, nos ha demostrado que el valor y la fuerza aún residen en algunos de nosotros.

Demos las gracias a D. Javier Ramudo Pernas, porque quizás, sin él, nuestro amigo Óscar no habría vuelto a casa.