En estos tiempos de crisis el que no corre vuela. Díganmelo a mí que llevo más de un año en paro. Para los muchos que estamos en esta situación, el envío de currículum, llamadas a posibles ofertas y visitas al ahora llamado servizo galego de empleo, son una constante en nuestra vida.

Capítulo aparte merecen las entrevistas de trabajo, con sus preguntas tipo trampa (¿qué aportaría usted a la empresa?), las de corte personal (nombre completo de sus padres, ocupación, estado civil nº de hijos, ¡ah! ¿que no tiene? y, ¿cuántos quiere tener y en qué plazo de tiempo?) y por supuesto el famoso “ya le llamaremos”.

Pero hay algo todavía más irritante, la publicidad engañosa, que oferta miles de puestos de funcionario en el que es tan fácil aprobar como hacer una simple llamada.

En una de esas entrevistas me he visto enredada gracias a una llamada que hizo mi madre (sin decirme nada) a un anuncio de este tipo, pensando que me iba a arreglar la vida. Me llaman ofertando un puesto de empleo sin más precisiones y me citan. Cuando llego y veo el percal, ya me doy cuenta del tipo de oferta que es: previo pago de 2.300 euros por una formación maravillosa y apruebo la oposición en menos de que canta un gallo. Y además despues de aprobar en 15 días ya estoy trabajando para el estado y desayunando 3 veces en una mañana.¡Qué bicoca! y yo perdiendo el tiempo en la oficina de empleo.

El caso es que como no me tragué el cuento y desengañé a otro candidato, me despacharon con malas formas, y perdí la oportunidad de mi vida, en fin, otra vez será.

Por último, quiero precisar que este tipo de “malentendidos” serían evitables si desde este periódico se separase las ofertas de empleo de las de formación, que estaré en paro pero no me gusta perder el tiempo.