Parecía que todo estaba en calma, pero ahora que vamos cuesta abajo sale el mal humor del que se queda en el paro, de los pensionistas y de todos cuantos ven que se las ven y se las desean para llegar al día 20... y se empieza a cuestionar que para qué tantos altos cargos con sus retribuciones astronómicas, que esas sí que nunca bajan, y se comenta que en algunos países de nuestro entorno se han establecido criterios para garantizar no sólo la transparencia sino la utilidad de los cargos, ya que si se invoca la necesidad de la contención salarial para la buena marcha de la economía, eso parece que aquí no cuenta para los miembros del politburó...

Hay una fuerte sensación de que los políticos están viviendo conforme a unas reglas muy distintas del común de los mortales. Sus retribuciones siguen creciendo y sus pensiones no se colapsan, ya que hacen unos acuerdos despilfarradores para amortiguar su caída en caso de cese.

Cuando se habla del alza de los salarios se piensa en el sueldo de los trabajadores, pero son los costes de los dirigentes lo que aumenta más rápido que el salario medio; y es curioso que cuando se habla tanto de ligar beneficios y productividad, eso no cuenta para los altos cargos, lo que da paso a la desconfianza hacia los políticos que amasan fortunas y disponen de casa, coche y seguros mientras los trabajadores van hacia abajo, y esto es extrañamente perjudicial y pernicioso porque destruye el espíritu ciudadano, ya que confirma que se pueden cobrar millones y llevar al desastre a la colectividad.