Hace más de setenta años andaba yo con el "silabario" en la mano, mientras mi padre leía el FARO DE VIGO. Cierto día me dijo -indicando con el dedo el título del diario-: "si sabes ler aquí, cómproche unha bicicleta". Todavía no compaginaba yo las letras y menos las mayúsculas. Desde entonces procuraba tomar más interés por aprender a leer. Le preguntaba qué leía y por qué se llamaba FARO. Así aprendí también que un periódico es como un faro que ilumina las inteligencias y orienta nuestras vidas.

Con estas sencillas razones le fui tomando cariño a este diario y, desde hace unos cuantos años, colaboro con él, enviando al señor director alguna que otra carta, que no siempre son publicadas, como le sucederá a muchos.

En memoria de mi finado padre (q.e.p.d.) continúo leyéndolo y hago votos para que siempre siga haciendo honor a su nombre; sobre todo en estos tiempos de "tanta oscuridad".