-¿Qué posición mantiene ante un tema tan controvertido y de permanente actualidad como el aborto?
-Es necesario aclarar que no consiste en un método anticonceptivo y comprender que se trata de algo muy traumático, un drama social y personal. No hay nada más importante para una mujer que ser madre. Pero es un derecho que debe respetar la administración, yo decido lo que tiene relación con mi cuerpo. No vivimos en un país que destaque por sufrir un número exagerado de abortos, y debe reducirse mediante la educación, no a través de la prohibición, de manera que se garanticen, además, unas condiciones sanitarias adecuadas. Y eso es lo que se debe esperar de una administración que, después, no ayuda a mantener a ese niño y darle unas condiciones de vida adecuadas.
-Otra cuestión presente, y muy delicada, sobre la que usted ha escrito en alguna ocasión, es la de la violencia de género. En este caso, ¿qué es lo que falla?
-Fallan muchas cosas. En primer lugar, la educación, especialmente la emocional. ¿Cómo llega alguien a pensar que puede matar a una mujer por el hecho de que no quiera estar con esa persona? Por otra parte, no se destinan los suficientes recursos. No funcionan los sistemas de alertas. Una mujer se siente impotente al denunciar por miedo a la reacción de esa persona. En muchos casos, esas mujeres tienen que abandonar su trabajo y su ciudad para huir. Deben establecerse unos pasos sobre cómo actuar a través de la ley, pero es fundamental llegar a tiempo para proteger a la gente que está viviendo ese drama. Me gustaría que se firmase un gran pacto de Estado que elevase estos hechos a la categoría penal de terrorismo.
