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Las espectaculares formaciones del interior de la gruta palentina. // diputaciondepalencia.es

ESCAPADAS

Tesoro bajo tierra

En la comarca de la Montaña Palentina se encuentra una auténtica catedral subterránea. Aquí están otras joyas como el espacio natural de Covalagua con sus bosques y cascadas

En el norte de Palencia quedan atrás las llanuras cerealistas para dar paso a un paisaje lleno de crestas, cantiles y profundos valles. Es la comarca de la Montaña Palentina, un sistema de cumbres que abriga una zona natural llena de tesoros fuera y dentro de la tierra. Uno de ellos es la Cueva de los Franceses, en el término de Revilla de Pomar, un lugar donde el agua ha diseñado una minuciosa tarea de esculpido a lo largo de los siglos. La sensación que genera su ambiente se acrecienta por el juego cromático que acompaña el recorrido a lo largo de las salas.

La cueva se localiza en la parte nororiental de la provincia, próxima a Aguilar de Campoo. El nombre de la gruta (de los Franceses) viene de los últimos combatientes galos que cayeron durante el enfrentamiento ocurrido en el Páramo de la Lora durante la Guerra de la Independencia (1808). Las tropas napoleónicas se enfrentaron a un destacamento de Húsares Cántabros al mando del general Porlier. En la sima encontraron el último reposo. Aunque la denominación original era Cueva de la Lora, donde está ubicada.

La entrada se realiza a través de un edificio de moderna arquitectura que es a la vez centro de recepción y acceso dotado de espacios expositivos que acercan al visitante tanto información de la caverna como de la zona protegida, Covalagua, un espectacular paisaje kárstico modelado por el río Ivia donde abundan las cascadas y las formaciones caprichosas.

Se accede a la sima a través de un túnel horadado en la propia piedra caliza de 62 metros, después se abre un paisaje subterráneo cincelado por estalagmitas, estalactitas y columnas que sorprenden aún más por los juegos lumínicos dispuestos. Son quinientos metros de pasarela, aunque la galería tiene más de un kilómetro de recorrido y probablemente aún más por explorar.

El complejo de la Lora no solo ofrece un espectacular mundo subterráneo porque muy cerca se encuentran otros lugares que cortan la respiración. Como el mirador de Valcabado, a 1,5 kilómetros, un balcón natural sobre el valle de Valderredible y las montañas al fondo. A un kilómetro está también Canto Hito, un menhir de piedra caliza que tiene una altura de 3,25 metros. Muy cerca, entre robles, hayas y tejos, aparece la Surgencia de Covalagua y su conjunto de cascadas.

En el entorno está el geoparque de las Loras, que comprende parte de Palencia y Burgos y sorprende por su fascinante paisaje tallado a capricho por la naturaleza. Es también un auténtico tesoro de arte románico y de pueblos medievales parados en el tiempo.

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