Un hombre a una camiseta pegado

Manolo Rodríguez, el “gran capitán” de la historia del Celta, el futbolista que más partidos ha jugado con el equipo vigués, se convirtió en el cuarto ganador del Premio Luis Miró que reconoce a una de las grandes leyendas del deporte de la ciudad

Manolo, en el Teatro Afundación con el Premio Luis Miró.

Manolo, en el Teatro Afundación con el Premio Luis Miró.

A lo largo de la reciente historia del Premio Luis Miró, con el que la Gala del Deporte reconoce una trayectoria legendaria, habían sido premiados dos atletas y un entrenador de boxeo. Carlos Pérez, Paco Amoedo y Álvarez Salgado han sido los primeros nombres que se han inscrito en el palmaré del galardón. Este año llegó el momento del fútbol y es evidente que no hay en la ciudad un mito más grande que el de Manolo Rodríguez, “o gran capitán”, el hombre que más veces saltó a un terreno de juego con la camiseta del Celta (533) y el futbolista que, pese a los intentos que hicieron incluso alguno de los mejores equipos de España, en su carrera solo vistó la azul celeste del equipo de su vida.

Hablar de Manolo es hacerlo de un símbolo inolvidable, de un producto del fútbol gallego que creció en Vigo y que acabó abanderando un tiempo magnífico, el del primer Celta que se ganó el derecho a disputar competición en Europa.

Nació en Cangas del Morrazo, pero desde que era poco más que un bebé se instaló en el Barrio de las Flores de Teis. Parecía que su primer destino iba a ser el Turista juvenil, pero en el último momento entró en escena Pepe Villar para proponerle un cambio de planes que el aceptó gustosamente porque enfundarse la camiseta del Celta era el gran sueño que tenía aquel central de gesto serio, elegante con la pelota y contundente cuando era necesario.

Manolo, "El Gran Capitán" del Celta recibe el premio Luis Miró 2023 / Anabel Montouto

Después de llamar la atención en el equipo juvenil con diecinueve años se estrenó con el primer equipo del Celta. Iniciaba entonces una carrera en aquel 1966 que le iba a llevar hasta comienzos de los años ochenta cuando dejó el equipo después de dieciséis años ininterrumpidos, solo salpicados de lesiones que evitaron que la cifra de partidos con el Celta (más de quinientos) estuviese ahora en cifras inasumibles para cualquier otro futbolista. De hecho, no puede descartarse que Iago Aspas dentro de algo más de un año sea capaz de superar a Manolo en presencias con el primer equipo del Celta.

A lo largo de estos años Manolo fue “o gran capitán”, una leyenda eterna, el referente, el primer rostro que se le venía a uno a la mente cuando escuchaba “futbolista del Celta”. Manolo creció y sufrió con el equipo de su vida. Formó parte del equipo que se clasificó por primera vez para jugar la Copa de la UEFA (aquella eliminatoria ante el Aberdeen), vivió ascensos, descensos, casi desapariciones (era la tónica general del club) y resurrecciones siempre gozosas.

Pero también le tentaron de lo lindo y llamó a su puerta la gloria que seguramente le correspondía por su clase pero que el Celta no podía darle. Sus actuaciones con la selección B dieron paso a la convocatoria para jugar con la selección absoluta. Eso despertó el interés de no pocos equipos que vieron en él un central para muchos años. Se cuenta que el Real Marid ofreció veinte millones de pesetas para llevárselo. El derecho de retención hizo de las suyas y el Celta se hizo fuerte en aquel momento. Llegó entonces la famosa entrada de Cruyff durante un partido contra el Barcelona que le lesionó gravemente y aparcó todo los planes que tuviese el central. Ya se cerró la puerta del Real Madrid y de cualquier otro traspaso millonario. Manolo se quedó para siempre en el Celta para seguir haciendo historia cada domingo que saltaba al terreno de juego con su camiseta.

Diecisiete temporadas en el equipo profesional defendiendo la causa con ejemplar entrega y bravura le otorgaron a Manolo el título de «Gran Capitán» de la historia del Celta. Desde los seis añitos se colaba en el estadio después de cruzar la ciudad escondido en el tranvía, para ser luego un central de majestuosa presencia que marcó goles decisivos.

El 6 de mayo de 1982 treinta mil personas se reunieron en Balaídos para ver al Celta y a la selección de Polonia en el partido de despedida de Manolo. Un pasillo interminable formado por los veteranos del Celta y de la selección española le rindieron tributo mientras Balaídos lloraba de pena.

“Doble orgullo de ser el mejor deportista de mi ciudad”

“Orgulloso de ser vigués por partida doble”. Así se expresaba ‘Pola’ tras recibir su reconocimiento. El futbolista mostró su lado más humano al ver como de nuevo su trabajo y esfuerzo tenía una gran recompensa. “Estoy agradecido de ser reconocido en mi ciudad y ante las personas que también representan el valor del deporte”, añadió. Repite una y otra vez la palabra “ilusión” para definir lo que siente y tiene palabras para el resto de premiados, “que se merecen por su esfuerzo y dedicación también todos los honores”. ‘Pola’ volvió a apretar su agenda para poder estar en Vigo en un acto tan especial. El jugador logra su segundo galardón de forma consecutiva y de esa forma se igualada con Óscar Pereiro, que también lo conquistó en dos ocasiones seguidas. ‘Pola’ entra a formar parte de la historia del deporte vigués con letras mayúsculas en una gala también con un marcado cariz emblemático. Se cumplen veinte años desde su creación. Por lo tanto, la gala ya es un referente del deporte de Vigo y toda su comarca para premiar a los mejores deportistas.