Los días de playa son la peor época para las mariscadoras gallegas. Colocan carteles en la playa, patrullan en las horas que no marisquean, todo para que no les roben el marisco de la playa. Y es que desde ahora a los furtivos organizados se juntan los 'furtivos de bañador', turistas que intentan llevarse el marisco a casa. Las mariscadoras se ven obligadas a patrullar la playa. Cansadas, han llevado sus reivindicaciones a la arena y a las redes sociales. Pero el furtivismo no es solo cosa del verano y no siempre muestra una cara tan inocente como la del turista. Solo en la ría de Arousa, más de mil familias viven del marisqueo. Siembran, cuidan y recogen durante todo el año almeja o berberecho. Además, solo el marisco recogido legalmente pasa los controles sanitarios. La playa es de todos, pero el marisco no.