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El furtivismo, problema de todos

Mariscadores, cofradías, placeras y estrellas de la cocina pontevedresa se unen para concienciar sobre el valor añadido del producto de la ría a las puertas de la Navidad

Pepe Solla ofreció a los asistentes un plato de fabes con almejas al curry verde. | // GUSTAVO SANTOS

Un mariscador recogiendo almejas en la zona Praceres. | // RAFA VÁZQUEZ

O Bioco apostó por almejas con boletus edulis a la sartén. | // G. S.

La pandemia del coronavirus sentará a menos personas en las cenas y comidas familiares de estas navidades, pero algo que no faltará en las mesas gallegas serán los productos estrella de las rías, como la almeja. El bivalvo, uno de los más cotizados en estas fechas, fue ayer protagonista del evento “De la Plaza al Plato”, organizado por el Grupo de Acción local Pesquero (GALP) de la ría de Pontevedra para concienciar sobre la importancia de consumir producto de proximidad. Representantes de las cofradías de mariscadores, placeras y, como colofón final, los cocineros responsables de Casa Solla y O Bioco, se unieron para hablar de la cadena de valor que se esconde tras la almeja de la ría y de uno de sus mayores peligros, el furtivismo.

El sector supone, según indicaron desde GALP, el trabajo de 800 familias en la ría de Pontevedra. En primera línea se encuentran los mariscadores, que suponen una barrera a la hora de salvaguardar tanto los recursos pesqueros como la salud pública. Así lo aseguró el representante de la Lonja de Campelo, Andrés Simón, que defendió el trabajo de las tres cofradías que aúna (San Andrés de Lourizán, San Telmo de Pontevedra y San Gregorio de Raxó) en la lucha contra otro “virus”, las biotoxinas. “El marisco de la ría no es apto para su consumo directo, tiene que pasar por una depuradora” y, en algunas épocas, ni si quiera se puede capturar. Cada año, desde las cofradías mandan más de un centenar de muestras para determinar la salud de la almeja, que en función de la toxina puede causar desde diarreas hasta afectaciones en el sistema nervioso o al cerebro. Por ello, el papel de los mariscadores se vuelve primordial para el consumidor, al que apelan frente al furtivismo. “Existe porque hay demanda, pero es muy mal negocio” que además de un riesgo para la salud pública supone “un robo”, insistió Simón.

“El producto de nuestras rías es el mejor que hay porque es seguro”, defendió en la misma línea Maricarmen Santos, placera del Mercado. Aunque el secreto de la calidad del producto, indicó a su lado Loli García, es la propia ría: “en nuestras aguas trabaja el mar, hay corrientes y el sabor de nuestro marisco no tiene punto de comparación con lo que haya en otros países”.

Para elevar y potenciar el sabor del producto local, los cocineros de los restaurantes Casa Solla y O Bioco cerraron la cita con dos propuestas gastronómicas diferentes. Pepe Solla optó por el curry y los cítricos, sirviendo a los asistentes un plato de almejas babosa con fabes al curry verde, mientras que Juan Castiñeiras las sirvió a la sartén con boletus, al aroma de orégano de Poio.

Las limitaciones en las cenas no frenan la venta

En la Praza de Abastos de Pontevedra tienen las esperanzas puestas en los días previos a la Navidad tras un año en el que las restricciones de movilidad se dejaron notar en las venras de sus productos, aunque de momento “la gente va comprando”. Así lo aseguraron dos de sus placeras, Maricarmen Santos y Loli García. “Nochebuena es Nochebuena, quien no compre almeja comprará gambas”, insistieron con cierto optimismo tras varias semanas de clientes que se acercan al Mercado a comprar producto para congelar. “Aunque una clienta cene sola en Navidad, viene a comprar para congelar o para regalar a sus hijos”, reconoció Maricarmen Santos, que cree que el marisco en Galicia es “como el turrón”, no faltará pese a la pandemia. Lo que sí se ha dejado notar el COVID es en el precio de los productos. La alemeja babosa, protagonista de la jornada de ayer, se vendió el sábado a 38 euros el kilo, seguida de la fina que lo hizo a 26.

Los sedimentos acumulados en el Lérez ahogan su marisqueo

La zona para el marisqueo en el río Lérez se cae de los grandes bancos para las cofradías tras una década de espera por el proyecto de dragado del fondo de la Ría, cuya tramitación se inició por parte de Portos de Galicia en el año 2011. Según aseguró el técnico de la Lonja de Campelo, Andrés Simón, el dragado del Lérez supone un problema para la actividad que conlleva un alto coste laboral, ya que la zona ha pasado de dar “más de un millón de euros a tan solo 30.000 en los últimos años”. Detrás de la pérdida, se encuentra la acumulación de sedimentos en el fondo del río que impiden el aprovechamiento de sus recursos pesqueros y de marisqueo. Además del coste económico que tiene para el sector, el problema de dragado afecta también a la actividad recreativa puerto deportivo. Frente a la pérdida de recursos en el Lérez, los principales bancos de almeja de la ría de Pontevedra se encuentran en Combarro, Praceres y una zona al norte de la Illa de Tambo.

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