Ataviados de época y armados con sus voces, panderetas y tambores, recorrieron las calles y los escenarios de la histórica batalla con la que la villa expulsó a los franceses en 1809 y se convirtió en la primera plaza de España libre.

Esta joven milicia se reunió en la Porta do Sol, donde cantaron, bailaron y entonaron sus gritos de guerra. Desde ahí marcharon por las calles del Casco Vello hasta la plaza de O Berbés, donde celebraron una chocolatada y conciertos.