Desde que se decretó el estado de alarma, en la calle Torrecedeira, Paula, Carlos y Santy, del número 82, ya son míticos. Antes de las 20 horas, y aprovechando el aplauso sanitario, convierten su balcón en una discoteca. Su carta de presentación les avala: luces, temas pegadizos, gafas de sol, pelucas y una máquina de humo. Pero la cita de ayer no fue una más: se cumplían cuarenta días de cuarentena. A los espectáculos de música, luz y color se sumaron pancartas para recordar la valentía de los ciudadanos, que soplaron las velas dibujando mensajes de ánimo, sonaron campanas y tomaron las uvas celebrando un atípico "Fin de Año".