La afición es uno de los principales pilares del Celta, que mantiene el ritual de organizar homenajes anuales a aquellos socios que alcanzan los cincuenta años de fidelidad. Ayer, el estadio de Balaídos acogió esta ceremonia de graduación de 55 celtistas con la misma solemnidad que cuando se festeja la finalización del ciclo académico. No se reparten diplomas, pero sí insignias de oro para lucir en la solapa. La encargada de entregarlas fue Marián Mouriño, que se estrenaba en esta ceremonia al recordar que está viviendo su primer año como presidenta del club.

“Es un evento que nos llena de orgullo porque pocas veces podemos reunir tanto sentimiento y amor a este escudo”, señaló la dirigente del Celta, que se hizo acompañar en el estrado por tres capitanes del equipo (Iago Aspas, Iván Villar y Kevin Vázquez) y leyendas del club como Vlado Gudelj, Vicente Álvarez, Atilano Vecino y el ahora también consejero Sergio Álvarez.