La estabilidad es uno de los conceptos básicos que maneja Claudio Giráldez en su ideario personal y profesional. Y lo aplica en estos días de mudanza, revuelvo y frenesí. “Me parece la oportunidad que he estado soñando toda mi vida”, acepta sobre el reto que le han encomendado de dirigir al primer equipo, incluso en circunstancias tan complejas. Pero lo gestiona “con naturalidad”, sin que el entusiasmo que han generado su nombramiento y el partido en el Sánchez Pizjuán lo desorienten. Asume que llegarán momentos complicados y que su dirección se someterá a un escrutinio constante. En todos los aspectos busca el equilibrio. Y aplaza cualquier interés sobre su propio futuro a que concluya la temporada, con la absoluta confianza de que se culminará con la permanencia.