Si miramos atentamente el historial profesional de Ellen DeGeneres salta a la vista que no ha hecho carrera en el cine ni en el teatro. Pero DeGeneres, la mujer que hizo de maestra de ceremonias en la última gala de los Óscar, hace una semana, es lo que se dice una pionera. Como ejemplo: cuando El Club de la Comedia se estrenó en España (codificado por Canal +) en 1999, Ellen DeGeneres ya se había aburrido de los monólogos, palo artístico que la dio a conocer en los Estados Unidos. Está (casi) todo inventado. Ellen se hizo monologuista allá por 1980 en una sala de fiestas de Nueva Orleans, su ciudad, y con apenas 22 años. De ahí al estrellato.

Acaba de cumplir 56 y se diría que está en su mejor momento. ¿Dónde radica el secreto de su éxito? La respuesta tiene muchos ángulos. Ellen cae bien. Cae tan bien que salió moderadamente bien parada cuando en 1997 declaró su homosexualidad. La cosa le fue bastante peor a su novia por entonces, la actriz Anne Heche, a la que los guiones le empezaron a escasear y acabó casándose con un cámara años después. Nada como la ortodoxia nupcial para recuperar terreno y caché.

Además de caer bien, Ellen DeGeneres es una mujer con talento, puesto en práctica en sus magazines de televisión, un formato intermitente que no ha abandonado desde 1994. El talento, cuando hablamos de humor, es que con tus intervenciones se rían en Oklahoma, en Alcobendas y en Nairobi. Humor entendible, y humor alejado de tópicos escatológicos o groserías sexuales. Y con la vida como argumento y ella como protagonista.

Cae bien, tiene talento y da en la diana con el tono de humor. ¿Qué más? Ellen DeGeneres acertó con una imagen aparentemente estereotipada que juega con la ambigüedad de una manera muy inteligente. Ropa muy "masculina", sonrisa muy "femenina". Ademanes "masculinos" en el escenario pero mensajes "femeninos". "Él" y ella, juntos pero no revueltos, administrados en perfectas dosis.

En Hollywood andar por la vida de lesbiana militante tiene sus inconvenientes pero Ellen cuenta con 25 millones de seguidores en Twitter y con un contrato con la muy familiar Disney, multinacional que le puso en su día el micrófono en mano para poner voz a Dory, la "chica" desmemoriada de la película 'Buscando a Nemo'. Por cierto, volverá a repetir papel en una secuela acuática que se espera para en 2015, con Dory mucho más en primer plano del argumento.

Es vegetariana, de padres divorciados. Vive en una imponente mansión en Malibú, que le compró a Brad Pitt por casi nueve millones de euros (al cambio).Ganó más de 55 millones de dólares el pasado año por su trabajo artístico y es la única persona que puede presumir el haber presentado dos galas de los Óscar, dos de los Emmy y dos de los Grammy. A esta showoman que tiene sangre europea le gustan a rabiar los coches, y mantiene una relación muy estable con su actual pareja, la actriz Portia de Rossi, 15 años más joven que ella. Se conocieron en 2004, se "casaron" en 2008 y no regatean arrumacos públicos, aunque con ello generen sarpullidos en algún sector de la audiencia.

El éxito de Ellen en la larga noche de los Óscar fue total. La audiencia de 43 millones de espectadores en los Estados Unidos fue la mayor en los últimos diez años. Con estilo sobrio, DeGeneres lanzó dardos nunca mortales a las estrellas de Hollywood. Al gran Bruce Dern, protagonista de "Nebraska" le espetó: "Su abuelo fue el gobernador de Utah, su tío abuelo fue un poeta ganador de un premio Pulitzer y su madrina fue Eleanor Roosevelt. Y aquí está, entre nosotros esta noche. ¿Qué salió mal?".

La velada la remató la maestra de ceremonias con esa "selfie" que se ha hecho mundialmente famosa, rodeada de estrellas como Brad Pitt, Julia Roberts y Meryl Streep. La fotografía "hecha a nosotros mismos" alcanzó récords y se convirtió en la más retuiteada de la historia. A ver lo que le dura? El encargo de pizzas y la cena de algunos famosos en la gala también dio que hablar. El guión fue de ella, para bien o para mal. Todo parece sencillo, el pizzero uniformado, el esmoking blanco de DeGeneres, las ironías que ni se pasan ni se quedan cortas. Parece sencillo pero no lo es.