Mago de magos. El rey de la baraja. El mejor mago del mundo. Los calificativos se agotan cuando se trata de definir a Juan Tamariz, un hombre que ha dedicado su vida a hacernos disfrutar con sus trucos y su peculiar sentido del humor. Algo que continúa haciendo a sus 70 años con su espectáculo 'Magia Potagia', en el que asombra al público con sus destrezas y su mítico violín invisible

-La magia es algo evanescente, pero no en su caso...

-Bueno, dura poco porque la vida es breve.

-Y requiere de mucho estudio y mucho ensayo. El suyo es un trabajo duro.

-Es un trabajo duro y hermoso. Ojalá todos pudiéramos estar haciendo lo mismo: trabajar en lo que nos gusta. Por eso no se nota que es un trabajo, sino más bien un gozo y una alegría.

-¿Eso corre en contra o a favor de los magos?

-Creo que a favor. Es algo que no importa al espectador. Hay juegos que duran seis minutos y necesitan cuatro años para ponerlos a punto. Cuando miramos un cuadro con unas hermosísimas siluetas podemos pensar que el pintor lo ha hecho en media hora. Y lo mismo ha tardado diez años. Eso no importa. No es el mérito del arte.

-Tiene los títulos de mejor mago del mundo, del rey de la cartomagia, de mago de magos... ¿No le pesa tanto halago?

-No. No me pesa nada. No creo nada en los premios, lo que sí creo es que los magos, cuando votan sobre estas cosas, lo que realmente están diciendo es: 'Te queremos, Juanito'. Eso es lo hermoso.

-¿El fallo entra dentro de las posibilidades de un espectáculo?

-Muchísimas veces un juego no va por donde tenía que ir, porque se basa en la psicología del espectador, en lo que decide, responde o elige. Y si tiene que elegir el número 17 y dice el 42, pues aquello hay que arreglarlo de alguna manera. Y lo bonito, y lo jazzístico, es que tienes que improvisar sobre la marcha, crear y volver al camino central a base de oficio, ganas y creatividad. Con lo cual, cada espectáculo se hace distinto. Eso es algo muy hermoso.

-¿Esa habilidad está en los libros o llega con la experiencia?

-Lo hace mucho la experiencia. Aunque también es a causa de conseguir muchas herramientas de tipo técnico, psicológico, de sentir el efecto, la pasión... Porque lo que uno busca al final es que todos disfrutemos en conjunto de la pasión de la magia, del gozo de lo maravilloso, de la infancia recuperada, de los deseos imposibles cumplidos.

-Asegura que le da un poco de pena el espectador que trata de encontrar el truco porque así no disfruta, pero a la vez usted es un gran divulgador de magia y ha escrito numerosos libros.

-Es verdad que creo firmemente que cuando se disfruta de la magia es cuando no te enteras de nada. A mí me pasa. Tengo mucha ingenuidad y miro con los ojos abiertos. Y eso es lo que me conmueve. Aunque también es verdad que como mago y profesional de esto, tienes que conocer el intríngulis. Y eso es lo que hago con los libros y los seminarios: intentar afilar las herramientas para hacer llegar la ilusión y la pasión de la magia.

-¿Son los magos muy celosos de sus secretos?

-La verdad es que lo somos muy poco. En realidad, lo somos en el sentido de que no se enteren los profanos en la materia para que puedan disfrutar. Pero pasa en todos lados. A ningún director de cine le gustaría que se desvelase el final de su película antes de que el público la vea.

-También asegura que en la magia sí que hay trabajo. Que son pocos. ¿Recomienda su oficio como salida al paro?

-Bueno, no sé cuándo dije eso. Pero, por suerte, el número de magos ha ido creciendo. Cada vez hay más profesionales que se dedican a enamorar con el arte de la magia. Claro que no somos la misma cantidad que hay de cineastas, escritores o pintores, pero vamos creciendo en número.

-En sus manos las cartas aparecen y desaparecen. ¿No le importaría echarle una mano a Rajoy?

-Creo que los políticos van por un camino completamente diferente. Ellos están haciendo desaparecer cosas hermosas en vez de las feas.

-¿Aceptaría un programa de MTV al estilo del que protagoniza Criss Angel?

-Mi especialidad es más minimalista, con objetos más chiquititos, pero admiro mucho a los que hacen desaparecer grandes cosas. Me encanta ese estilo de magia, pero como espectador.

-En sus vacaciones se dedica a aprender nuevos números y a recibir a magos de todas partes del mundo. ¿Nunca deja de pensar en la magia?

-Cuando uno tiene una pasión, un fuego interior, no para nunca. Dedico mucho tiempo a la vida, a viajar y a conocer cosas nuevas, pero la magia siempre la llevo: nunca salgo a la calle sin la baraja.