La revolución curvy que en la primera década de este siglo abanderó la modelo de Nebraska Ashley Graham sigue dando frutos. La activista e impulsora del movimiento body positive, que en 2016 se convirtió en la primera modelo de talla grande en salir en la portada de Sports Illustrated Swimsuit Issue –repitiendo luego en los siguientes años–, se ha mostrado orgullosa de cambiar no solo los cánones impuestos en la industria, sino la vida de muchas personas, para que se amen y luzcan tal cual son.

Garikoitz Ontoria, de Vizcaya, de 31 años. | // JUAN SEGOVIA

Gracias a ella, una pléyade de modelos con curvas despuntan en pasarelas, campañas y portadas. En España, su embajadora es Lorena Durán. La top internacional, de 19 años, está de lo más solicitada: es imagen de marcas como Zalando, ASOS, Mango o Intimissimi.

Pero, ¿qué pasa con los chicos? Se trata de un sector aún infrarrepresentado pero que clama por hacerse un hueco. Hablamos con Garikoitz Ontoria, de Vizcaya, y Rafa Molinero, de Córdoba. Ellos también quieren ser parte de la revolución curvy. “No todos estamos cortados con el mismo patrón”, aseguran (aunque los de su nicho han de tener al menos 1,85 metros y la talla 44). Ambos han participado en la pasarela Curvy Fashion Model.

La sexta edición, celebrada hace unos días en Tarragona, ha hecho realidad algo que llevaban “varios años intentando”, incorporar hombres. Esta vez han sido ellos, junto a 14 chicas. Ambos llegan a esta profesión justo “en el mejor momento”, según confirman desde la agencia Miah (con sede en Barcelona y Reus y organizadora del certamen), donde cuentan que hasta el año pasado los chicos no se tomaban muy en serio lo del modelaje. “Pero fuera de España, donde los hombres son más corpulentos, hay mucha demanda, y hemos hecho lo posible para que se apuntaran chicos a los castings. Es cierto que la agencia ya cuenta con modelos curvy masculinos, pero representan menos del 50%, y necesitamos variedad, sobre todo para modelaje”, dicen desde la agencia.

Al ser menos son más distintos entre ellos, y eso “es un gran punto a favor ahora mismo, porque van a tener más oportunidades y muchas más ofertas de trabajo”, añaden en la agencia. Con esa promesa en el horizonte, aunque conscientes de que en el mundo del modelaje las mujeres cobran más en general, salvo casos de hombres que despuntan internacionalmente, Gari y Rafa, de 31 y 21 años, respectivamente, han comenzado a dar sus primeros pasos de maniquís. Paralelamente, el primero se acaba de sacar la licencia de maquinista de trenes, y el segundo está en el último curso de Enfermería y haciendo prácticas en un hospital.

“Conocíamos a Lorena Durán, pero a ningún chico curvy”, cuenta Rafa. “Somos unos novatos. Acabamos de empezar, pero estamos dispuestos a triunfar”, dice Garikoitz, un chicarrón de 1,93 metros. Algo más menudo pero más corpulento, su compañero cordobés se animó a desfilar porque una amiga modelo que participó en una edición anterior de la pasarela Curvy Fashion Model le dijo que probara suerte, porque había mercado para los chicos. En el caso del de Bilbao, también fue a través de una amiga que trabaja en Miah como llegó a su primer casting. Y porque se siente atractivo: “Somos igual o más sexis, porque somos más grandes”, dice orgulloso el vasco.

Dos días antes de desfilar recibieron su primera formación, para posar, saber mirar a cámara, caminar con elegancia, cómo colocarse... Todo ese material ya forma parte de sus books. Además, durante la gala les observaron bookers, representantes de agencias de modelos internacionales, como Deborah Dauchot (Dominique Models), de Bruselas, y Terry Groenen (Inbetween Models), de Ámsterdam. “Todos nos felicitaron”, dicen con ilusión. Las campañas suelen funcionar en el extranjero, para empresas como la alemana Zalando o la francesa Kiabi. Aunque en España ya empiezan a requerir a estos modelos El Corte Inglés o diseñadores como Palomo Spain. “Estaríamos encantados de salir y trabajar fuera”, comparten, sabedores de que sus compañeras curvy lo tienen más fácil y también porque el movimiento curvy masculino no se asocia a una reivindicación tan legítima como la de huir de la tiranía de los cuerpos cincelados.

Garikoitz se queja de que a veces no encuentra talla para vestir a la última: “No se tiene en cuenta la espalda grande ni la cintura ancha”. Él, por ejemplo, que ha jugado a baloncesto 14 años, hace natación, kayak y sale a coger olas, evita ir a alguna famosa cadena española: “No encuentro americanas de la 3XL”, lamenta.