Diseñadora de joyas con Tous desde hace años, no fue hasta el confinamiento –en marzo de 2020– cuando Eugenia Martínez de Irujo dio rienda suelta a una faceta oculta de artista con la que cada vez conquista más terrenos. Tras sus originales y coloridos cuadros entre los que destacan los animales salvajes y los motivos asiáticos, sus exóticos kimonos o su colección de papelería, ahora la hija de la recordada Duquesa de Alba lanza una línea de vajillas y objetos de decoración.

–¿Cómo ve que sus pinturas acaben en una línea de vajillas?

–Fue una ilusión enorme porque todo esto surgió en la pandemia; cuando retomé en serio el tema de la pintura me refugié mucho en ello, y en mucho color en ese momento tan horroroso y oscuro que pasamos. Siempre me ha gustado pintar pero lo hacía, digamos, a escondidas, y a raíz la pandemia me apetecía que esto que había hecho sirviese para algo. Lo hice benéfico para Pilar García la Granja y la Fundación Querer, funcionó fenomenal y ya vino una cosa tras otra.

–¿Es autodidacta?

–Sí, nunca he dado clase, pero no por nada sino porque me da un poco de miedo el que me quite la espontaneidad o que me quite frescura. Tengo que hacerlo como sé, que es de esa manera en la que me sale.

–¿En qué se inspira?

–Me inspiro en muchas cosas. Por ejemplo, en el campo que estaba pintando cosas que veía en casa, en telas, en fotos.... Es verdad que necesitas estar tranquila y a mí me gusta ponerme música para pintar.

–La primera vez que vio su arte en una vajilla ¿qué pensó?

–Hace una ilusión que alucinas; me pasaba también con las joyas, esas que haces así en un papel y, de repente, lo tocas y lo tienes en la mano y no te lo crees. Es muy bonito el crear, es como el sueño que se hace realidad, es muy pasional también, como yo. Las cosas si se hacen sin pasión es mejor no hacerlas.

–¿En casa qué le dicen de esta vena artística?

–Me compran cosas y todo, me hacen negocio.

–¿Qué le dice su hija Cayetana o su marido de esta ocupación?

–Mi marido siempre me ha apoyado en todo y siempre lo he tenido ahí para cualquier cosa que he necesitado. Mi hija está súper contenta, le encanta, y se sorprende más porque es verdad que los dibujos del cole, entonces, se los hacía yo; a veces me ponían mala nota y me cogía unos rebotes...

–O sea, que su hija conocía bien esa vena suya.

–Sí. A ella no le gusta nada pintar, pero ella es mucho más sociable que yo. Cada una tiene lo que tiene.

–¿Hasta dónde quiere llegar con esto de la pintura?

–Ay, no sé, vivo el día a día y lo disfruto. Soy súper disfrutona, me encanta vivir la vida a tope y todo lo que vaya surgiendo, pues fenomenal, pero tampoco me he puesto una meta. No creo que sea bueno.

–En su casa, ¿tiene esta vajilla?

–Sí, aunque solo tengo dos, una de animales y otra roja.

–Hay quien pensaría que la Casa de Alba a la hora de comer sería más sobria.

–La Casa de Alba es la Casa de Alba, y mi casa es mi casa. Bueno, mi madre siempre ha sido muy colorida y muy alegre en todos los sentidos.

–Les está creciendo mucho la familia. ¿Les da tiempo de disfrutar de todos?

–Bueno, somos todos muy independientes, no somos la típica familia que vamos a todos lados juntos. Nunca lo hemos sido y a mí eso me da pereza, necesito mi espacio. Así que nos juntamos de vez en cuando todos y eso es lo fenomenal.