Kim Kardashian sorprendió al mundo al llegar a la gala Met del lunes en Nueva York con el mismo vestido que se puso Marilyn Monroe para cantar el “Happy Birthday, Mr. President” a John F. Kennedy, en 1962. La ‘celebrity’ dijo que había tenido que perder 7 hilos para poder abrocharse ese ‘naked dress’ de brillantes. Pero a pesar de la dieta, no pudo ser. La solución fue dejarlo abierto por detrás y cubrirse el trasero con un chal de piel blanca –como el que solía lucir Marilyn– que ella dejó caer estratégicamente hasta sus codos y ayudada por su pareja. Las críticas han ido más allá y es que puso en peligro un diseño histórico y considerado uno de los vestidos más caros (el museo Ripley’s Believe It or Not, de Orlando-Florida, donde se exhibe, pagó casi 5 millones de dólares en 2016 por esta pieza única del diseñador francés Jean-Louis). En realidad, Kim solo lució la pieza un ratito en la alfombra roja. Con ella tenía prohibido sentarse, comer o utilizar su habitual maquillaje corporal. Luego

se cambió y se colocó una réplica preparada para la ocasión. Y respiró más tranquila.