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Dulce Pontes: "La música es sanadora; puede llegar a cambiar a una persona en un día"

"Antes no existía eso de las etiquetas, que me aburren mucho"

// Iñaki Abella

Dulce Pontes (Montijo, 1969) es uno de los emblemas internacionales de la música portuguesa. Desde la publicación de "Lusitana", en 1992, su figura no ha hecho más que crecer. Considerada en su momento como la heredera de Amália Rodrígues, la reina del fado, la artista ha ido ensanchando y matizando ese perfil.

-Nadie discute que usted es una gran fadista, pero tampoco que es mucho más que una gran fadista. ¿Se siente identificada con la etiqueta de artista de "world music"?

-El fado requiere mucha exigencia. Antes no había eso de las etiquetas. No me gustan esas clasificaciones: enmarañan las cosas. Lo que a mí me interesa es la música en su amplio significado. Una tiene que valer por lo que vale, más allá de esas etiquetas que me aburren mucho. Lo que me gusta es cantar y entregarme a la gente, a las cosas bonitas de la gente, y que el público disfrute. No pierdo el tiempo con nadie más que con quien se lo merece. La música está ahí para satisfacer nuestra sensibilidad y no para ser utilizada.

-¿Cómo fue su colaboración con Ennio Morricone?

-¡Uf! Estupenda, claro. Es posiblemente el representante máximo de esto que estamos comentando y de la actitud que yo defiendo con la música. He aprendido muchísimo con él. Es difícil decir lo que siento después de una experiencia como ésa.

-Pablo Milanés se muestra escéptico ante fenómenos musicales como el de Rosalía y otros. ¿Usted opina de la misma manera?

-Vivo bastante alejada de todas esas cosas, con una actitud diferente. Me aíslo muchísimo, aunque he escuchado el nombre de Rosalía y ya me han dicho que canta bien. Pero no la conozco. Al que sí he escuchado mucho es a Pablo Milanés, que me gusta mucho y me encantan sus composiciones. Pero no tengo suficiente conocimiento de esa materia como para poder pronunciarme. Estoy bastante metida en mis cosas: escribiendo, componiendo, y están mis hijos, los conciertos...

-O sea, que su música le lleva mucho tiempo.

-Sí, aunque, bueno, atiendo cuando alguien me dice: "Tienes que escuchar a tal persona." Me intereso. Pero no cuando estoy en momentos muy creativos.

-Son fases que se deben aprovechar, ¿no es cierto?

-Claro, hay que aprovecharlas. También, en ocasiones, se saca provecho de escuchar a otros artistas. Alguien que me encanta es Silvia Pérez Cruz. Tiene temas impresionantes. Todavía no nos conocemos, pero me encanta.

- Usted lleva ya unos cuantos años en primera línea internacional de la música. ¿Cómo se logra estar a tan alto nivel durante tanto tiempo?

-No hay que pensar mucho en eso. En el fútbol, en el atletismo, hay competición. Pero esto nuestro es otra cosa. Y por eso, sin ir más lejos, no me gustó nada participar en Eurovisión. Y aunque me han invitado un montón de veces, tampoco me gusta nada participar en los jurados de los concursos. La música es un alimento para la gente: es sanadora y espiritual. La música puede llegar a cambiar en un día a una persona. Todo eso es lo que me ha hecho permanecer fiel a mí misma. El público es el que ha hecho el milagro de que siga cantando.

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