Del mismo modo que un papel pintado de pared, Nico era un elemento decorativo de fondo en los Velvet Underground, aquel grupo neoyorquino de culto que destilaba el amor y odio entre Lou Reed y John Cale. "Mi vida comenzó después de mi experiencia con Velvet", confiesa la actriz que recrea su personaje en la película biográfica recién estrenada de la romana Susanna Nichiarelli. "Nico, 1988" no es la tragedia de una mujer hermosa que lucha contra su adicción a la heroína, cae en la decrepitud y abandona su fama, sino un esfuerzo por entender por qué estaba tan desesperada por deshacerse de las aparentes bendiciones que la convirtieron en un icono del pop en la década de los sesenta.

El título del biopic hace referencia al año en que murió la cantante, actriz y modelo alemana de 49 años, Christa Päffgen, después de sufrir un ataque al corazón mientras practicaba el ciclismo en Ibiza. Nicchiarelli dedica poco tiempo a la desaparición de Nico, centrándose en cambio en las notorias giras mundiales de bajo presupuesto que la sostuvieron durante los últimos años de su existencia, en una camioneta, con su banda y su problemático hijo Ari, un ser admirado cuando era joven por su belleza y que acabó siendo una especie de máscara cruel y desdentada en la cincuentena.

El teclista James Young contaría en una memorias sobre aquellos años en la carretera la fascinación que ejercía la cantante alemana sobre quienes se acercaban a ella. "Todos éramos planetas girando alrededor de la luna", dijo en un documental anterior, "Nico icon" (1995), dirigido por Susanne Ofteringer, al referirse a por qué consiguió arrastrarle a la absoluta locura de su pequeño mundo dentro de una camioneta. Escuchando "Femme Fatale" y el resto de las canciones del cochambroso pero magnético doble álbum grabado en vivo "All tomorrow's parties" cualquiera estaría dispuesto a comprender el significado de las palabras de Young.

"All tomorrow's parties" fue una de las tres canciones que Nico cantó con los Velvet Underground. Las otras dos son la ya citada "Femme Fatale" y "I'll be your mirror." El resto de las veces tocó la pandereta y fue parte esencial del decorado, todo lo que los componentes del legendario grupo estaban preparados para concederle a Andy Warhol, que fue el que la colocó allí y terminaría por considerar a su musa una "gorda adicta".

Despreciada artísticamente, maltratada por innumerables amantes y reducida a una linda marioneta por una serie de compositores del sexo opuesto, no es difícil imaginar por qué Nico llegó a despreciar su apariencia hechicera. Todo lo que hizo, a partir de "Chelsea Girl" (1967) y "The Marble Index" (1968), sus dos primeros álbumes en solitario, fue para demostrar que era una persona diferente de la radiante pero frágil superestrella engendrada por Warhol.

Criada en la fealdad industrial de Mánchester, tras ser una glamurosa modelo adolescente en los 50, el sonido de la derrota debió parecerle un choque cultural. Un regreso a la vida que enseguida truncó la muerte. Infeliz Nico.