Esta semana se ha desarrollado, otra vez, el drama recurrente de la baronesa. Y, una vez más, in extremis ha llegado a un acuerdo con el Gobierno para mantenerla donde está por el momento. Volverán a negociar en abril. En el mundo del arte, tanta repetición de la amenaza empieza a cansar. Nadie sabe realmente qué pretende la baronesa y, desde luego, ya hay muchos que le exigen al ministro del ramo, en este caso Méndez de Vigo, que arregle el asunto de una vez por todas.
Tras la compra de la colección del barón y de la rehabilitación inicial del Palacio de Villahermosa para albergar el museo Thyssen, en 1999 el dinero de los españoles (15 millones de euros) se invirtió en una ampliación para exponer también la colección personal de Tita Cervera, lienzos impresionistas, asegurados todos en unos 800 millones de euros. De las 655 obras que componían inicialmente la colección en Madrid se exponen los autores internacionales y 338 cuadros de autores españoles, están en el Museo Carmen Thyssen-Bornemisza de Málaga. Sin embargo, con el paso de los años, el número de piezas cedidas al Estado se redujo a 430 cuadros en total.
El acuerdo inicial se firmó en 2002, la cesión era gratuita por diez años, con opción de compra posterior para el Estado. La administración se comprometía a conservar, asegurar y difundir las obras de la baronesa sin que ella hiciera ninguna contraprestación más que la cesión. En 2004 se abrió al público la ampliación del Thyssen. Y sólo dos años después, Tita Cervera empezó a dar guerra.
La cronología es ésta. En 2006, protestó contra la tala de árboles prevista en la reforma del Paseo de Recoletos, donde está el Museo, y manifestó que su colección no podía quedarse ante "una autopista". Al año siguiente, en mayo, se encadenó a un tronco y en noviembre, amenazó con llevarse la colección. Pero, digamos, fue con la boca pequeña. Tres años después, en 2010, vencía el plazo de la cesión y le metió prisa a la ministra González-Sinde. O se firmaba pronto o "habría que empezar a embalar los cuadros". Se negoció una prórroga de un año. En 2012 repitió amenaza. Esta vez, ya con el ministro Wert (PP). Otra cesión por un año. En 2013, lo mismo. En 2015, ídem. De paso, se sacaron 55 cuadros de la cesión. En 2016, como el Gobierno estaba en funciones, se llegó a otra prórroga, lo que ya nos puso en febrero 2017. Este mes, como no podía ser de otra manera nueva amenaza y nueva prórroga. Ahora hasta abril, cuando habrá que volver a negociar. Nunca en todos estos años se revisó el acuerdo de cesión gratuita.
¿Qué quiere la baronesa? En principio no se ha hablado de condiciones económicas, dice Méndez de Vigo. Lo que pide ahora (que nunca lo pidió antes) es que su colección tenga "más vida". O sea, que los cuadros puedan salir del Museo a exposiciones temporales. En concreto, disponer anualmente de unas 60 obras "para poder realizar muestras dentro y fuera de España". No obstante, pese a que de dinero no se habla, Cervera ha declarado que tiene que "pensar en sus herederos" y que durante todos estos años sólo ha "tenido gastos".
Pero el dinero parece estar por medio. El diario "El País" ha publicado que en diciembre pasado estuvo a punto de cerrarse un acuerdo por tres años a cambio de que la baronesa pudiera vender la joya de su colección, el lienzo de Gauguin "Mata mua", cuyo precio en el mercado podría llegar a 260 millones de euros, si se toma como referencia la venta en 2015 de otro lienzo del mismo autor y el mismo año. Aquel acuerdo se rompió, según el mismo diario, por la amenaza de Hacienda que pesa sobre su hijo Borja Thyssen, inmerso en un proceso por presunto fraude de 630.000 euros, que podría costarle 3 años de cárcel.
La colección de Tita Cervera se ha convertido en una patata caliente para el ministro de Cultura. Y hay voces autorizadas en el mundo del arte, por ejemplo el crítico Francisco Calvo Serraller, que hablan de "exhibición de mezquindades miserables" por parte de la baronesa. Mientras tanto, en este ciclo de inseguridad amenaza-prórroga España pierde la oportunidad de retener patrimonio. Cervera puede disponer libremente para ventas del 10% de la colección. Así que en 2012, alegando falta de liquidez, vendió en el extranjero una de las joyas, "La Esclusa", de John Constable, por 27,89 millones.