Es ley de vida. Los polluelos vuelan del nido. Antes o después. Más bien después. La plebe, porque pasa apuros. La jet, porque las casas de mamá o papá son casoplones. Ahí están los Alba que, hasta hace nada, vivían todos apiñados (es un decir) en los palacios ducales. Los Iglesias, que tiran más al padre, fueron más precoces, y más de Miami. Pero las chicas, Tamara y Ana, aguantaron a las faldas de Isabel. Tamara probó a independizarse, y no duró mucho. Ahora da el paso Ana. Exhiben, ella y su novio tenista, su gran ático con piscina. "No me he traído nada de mi padre ni de mi madre, quería empezar de cero", dice ella. Mujer, de cero... Mamá, por ahora, no acusa síntomas de síndrome del nido vacío.