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Viernes | 18 La familia

Agustín ha sido visto una vez más en el presidio. De visita quede claro. Acudiendo a la cárcel para llevarle ropa a su hermana. Agustín depositó una maleta cuyas intimidades dejó el escáner tan al descubierto como dejan otros las de la familia. Pero la familia ha decidido declarar la guerra a la injuria, hacer bandera de la intimidad. Así que a Pepi Valladares podría haberle llegado la hora. Mediáticamente hablando. ¿Que quién es Pepi Valladares? Por favor, que tiene hasta club de fans. La que canta coplas y mueve la melena, la que vio lo que nadie debió de ver jamás en Cantora, ese fortaleza inexpugnable. La familia, en la persona de su patriarca, el hombre de la casa, el guardián de sus esencias durante la ausencia temporal -y forzosa- de la jefa, ha denunciado a Pepi por vulnerar su derecho al honor e intimidad, por airear no sé qué de unas batas de cola como dicen que hacía, por lo bajini, la caída en desgracia Rosa Benito en referencia a sus cuñados. Y se ve que le ha caído el paquete. Porque Agustín no es personaje. Ni siquiera cuando va al penal. Pero Pepi avisa a sus antiguos señores: "Si para pagar gastos tengo que seguir hablando, voy a seguir". Modus vivendi.

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