El rey de España subrayó ayer el "honor" que supuso asistir de nuevo a la entrega del Premio Carlomagno, más de tres décadas después de que participase en la ceremonia en la que le fue otorgado a su padre, el rey Juan Carlos I. "Es un honor estar aquí 33 años después de que mi padre recibiese este premio en 1982", dijo Felipe VI ante los asistentes a los saludos posteriores a la entrega del premio, que este año recayó en el presidente del Parlamento Europeo, Martin Schulz. El monarca ya acudió a la entonces Alemania Federal, cuando siendo un niño presenció el discurso de Juan Carlos I en el que afirmó que creía que, como rey de España, su "obligación" había sido "restablecer plenamente la unidad, la libertad y la concordia de todos los españoles".

Ayer, el jefe de Estado español ocupó un asiento en la primera fila de la tribuna de honor destinada a anteriores premiados, a otros jefes de Estado y personalidades. Después de que la orquesta cerrara el acto con la interpretación del "Himno a la Alegría", el Rrey de España acompañó a Schulz al balcón del ayuntamiento de Aquisgrán para saludar a los ciudadanos congregados en la plaza principal de la ciudad. Posteriormente, Felipe VI participó en el acto público celebrado en el exterior del ayuntamiento de la ciudad en la que reposan los restos del emperador Carlomagno, cuyo legado europeísta inspira la concesión de este galardón desde 1950.

El monarca, Schulz y los presidentes de Francia, François Hollande, y Alemania, Joachim Gauck, cantaron "feliz cumpleaños", en inglés a la presidenta de Suiza, Simonetta Sommaruga, quien casualmente festejó su aniversario en el evento. Sommaruga recibió también un ramo de flores, mientras que a Schulz se le ofrecieron varios regalos conmemorativos y una cesta con productos tradicionales de la zona, además de la medalla dorada con la efigie de Carlomagno que reciben todos los condecorados. Felipe VI aprovechó la ocasión para saludar a varios líderes europeos, entre ellos el presidente de la CE, Jean-Claude Juncker.