El oso cavernario (17)

La sabiduría ancestral de las mujeres reduce el impacto climático

Aplican una técnica estadística moderna para encontrar agua en los lugares más secos

Mujeres recogiendo agua en Marsabit, al norte de Kenia, una zona azotada por la sequía.

Mujeres recogiendo agua en Marsabit, al norte de Kenia, una zona azotada por la sequía. / PMA/Alessandro Abbonizio.

Alicia Domínguez y Eduardo Costas (*)

Las mujeres no solo son víctimas de la sequía, sino que pueden ser agentes de cambio con conocimientos y habilidades únicas para adaptarse y atenuar su impacto: aplican una técnica estadística moderna para localizar el agua desde mucho antes de su elaboración científica. Son más necesarias que nunca en tiempos de crisis climática.

La sequía es un fenómeno climático complejo que puede ser causado por una variedad de factores, tanto naturales como antropogénicos.

Si bien la sequía ha sido un componente natural del clima a lo largo de la historia de la Tierra, últimamente estamos asistiendo a un aumento en su frecuencia e intensidad en algunas regiones provocada por el cambio climático.

Casi el 74% del territorio de nuestro país es susceptible a la desertificación por razones climáticas. Según datos del Ministerio para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico, la reserva hídrica española se encuentra al 52,9% de su capacidad a febrero de este año, si bien la cuenca mediterránea, especialmente, y los embalses del sur del país, están en mínimos históricos ante el avance de la sequía.

Y si nos referimos al resto del planeta, según un informe de Naciones Unidas, el número y la duración de las sequías han aumentado un 29% desde el año 2000, lo que ha expuesto a más de 2.300 millones de personas a una situación de estrés hídrico con la con siguiente afectación para la agricultura, la salud y la propia estabilidad social por la necesidad de desplazarse.

Y el futuro no se presenta muy halagüeño, ya que el mismo informe vaticina que para el año 2050 las sequías pueden afectar a más de las tres cuartas partes de la población mundial.

Mujeres vulnerables

La sequía está haciendo estragos a nivel mundial, pero no afecta a todos por igual; hay regiones más vulnerables y personas más vulnerables, y en este grupo se encuentran las mujeres.

A pesar de lo que creemos, el acceso al agua es extremadamente difícil para algo más de 2.000 millones de personas en nuestro mundo moderno. Una de cada cuatro mujeres responsable de garantizar el suministro de agua a su familia, pero no dispone de agua corriente más que en contadas ocasiones. Se trata de un desafío ingente al que los mujeres se enfrentan con una inteligencia y determinación extraordinarias.

Y ello es así porque las mujeres tienen menos recursos económicos, menos acceso a servicios e información y menos poder político que los hombres. En muchas culturas, las mujeres siguen teniendo un rol muy ligado a la agricultura, la alimentación, la gestión del agua y el cuidado de la familia, por lo que su escasez acarrea un incremento de su carga de trabajo. Una de las culturas en las que la gestión del agua recae sobre la mujer es la de los Khoisanes, que viven en el sur de Angola y el norte de Namibia.

Mujeres bayesianas

Según los estudios genéticos de la Profesora Sara A. Tishkoff, de la Universidad de Pensilvania (EE.UU.), las poblaciones de los Khoisan son lo más parecido que queda entre nosotros a la cuna de la Humanidad. En la actualidad hay más variabilidad genética dentro de las pocas decenas de miles de Khoisan que todavía sobreviven en buena parte como cazadores-recolectores, que en el resto de los 8.000 millones de personas que habitamos en el resto del mundo.

Las mujeres Khoisan tienen en sus manos una tarea esencial para la supervivencia de su comunidad: encontrar agua. A menudo es una tarea muy difícil en la zona del desierto de Namibia. Pero estas mujeres han sorprendido a los investigadores: recurren a la inferencia Bayesiana, una de las más elaboradas técnicas de la estadística moderna que permite obtener mejores predicciones a partir de los datos.

Las Khoisan aplicaron estas sofisticadas técnicas de probabilidad condicionada en sus tomas de decisión miles de años antes que la ciencia moderna. No es de extrañar; la supervivencia de su pueblo depende de ello.

Mujer africana experta en gestionar la sequía.

Mujer africana experta en gestionar la sequía. / Lisa Gris.

Más ejemplos

No son las únicas: más al norte, en las amplias extensiones de lo que ahora es el interior de Mauritania, Mali y Senegal, las mujeres de la etnia Soninke, de religión animista, también son las encargadas del agua. En el gran desierto del Sahara el agua escasea, pero hay agua fósil. Los Soninke conocen algunos de estos lugares, les llaman las Güeltas.

Al sur del Sahara hay grandes mesetas bajas de roca arenisca, un material que se comporta como una esponja reteniendo agua fósil de cuando el Sahara era un vergel antes de que el cambio climático lo desertizase hace milenios. En algunos momentos, el movimiento de la arena presiona la arenisca y brota un manantial que a menudo origina una charca.

Algunas de estas charcas son permanentes, como la Güelta de la Entreuka en Mauritania, que da lugar a un par de lagunas aisladas unos 800 kilómetros del río más cercano. El agua que forma estas lagunas procede de precipitaciones que ocurrieron hace más de 17.000 años. En estas lagunas hay peces y una población de cocodrilos.

Pero hay otras surgencias de agua que duran menos tiempo. Por ello, las mujeres tienen que localizarlas para plantar mijo durante el poco tiempo que perduran antes de secarse. Es un cálculo difícil.

Se trata de un mundo impredecible: no se sabe dónde va a brotar el agua ni por cuanto tiempo, pero si te equivocas, la sed y el hambre pueden llevarte por delante. Pero una mente brillante que emplea inferencia Bayesiana tiene más posibilidades de encontrarla. Y en el mundo, muchas mujeres sin estudios han sido capaces de razonar con inferencia bayesiana.

Salud y violencia

La sequía no solo afecta a la carga de trabajo de las mujeres sino, también, a su salud reproductiva. La limitación de los servicios de salud las expone a complicaciones en el parto por infecciones, a problemas menstruales por falta de higiene, y de fertilidad a causa de la malnutrición.

Su efecto en la salud psicológica tampoco es menor, ya que cuando no pueden cumplir su rol, la comunidad culpa a las mujeres y ellas mismas pueden sentirme desempoderadas.

Y para completar el complicado panorama que la sequía dibuja para la mujer, hemos de mencionar el aumento de la violencia de género que cualquier situación de escasez de recursos origina, especialmente cuando la sequía persiste y los recursos se vuelven escasos, con lo que obliga a comunidades enteras a desplazarse.

Cuando esto ocurre, las mujeres y las niñas enfrentan un mayor riesgo de violencia basada en el género en los campamentos de refugiados o desplazados internos. Las mujeres constituyen el 80 % de las personas desplazadas a causa del cambio climático y al buscar recursos para sobrevivir, caminan por territorios desconocidos para proporcionar alimento a sus familias, lo que aumenta su vulnerabilidad.

Eficacia climática

Afrontar los efectos de la sequía en las mujeres no es solo cuestión de justicia social, sino también de eficacia en la respuesta a la crisis climática.

Las mujeres no solo son víctimas de la sequía, sino que pueden ser agentes de cambio con conocimientos y habilidades únicas para adaptarse y atenuar su impacto, como se ha demostrado entre las Khoisanes.

Por ello es fundamental que las políticas y los programas para afrontar la sequía reconozcan y aborden sus necesidades específicas, asegurando su participación activa en la toma de decisiones y proporcionando recursos y apoyo adecuados para proteger su salud, su seguridad y su bienestar en tiempos de crisis climática.

Y para que estas políticas públicas puedan nutrirse de rigurosas investigaciones científicas, hay muchas mujeres investigando a lo largo y ancho del planeta, mujeres como Sonia Seneviratne, Susan Solomon, Kirsten L. Findell, Inés Camilloni, Ana Iglesias, Claudia Tebaldi y Linda Mearns, entre otras, de las que hablaremos en nuestro próximo artículo.

(*) Alicia Domínguez es doctora en Historia y escritora. Eduardo Costas es catedrático de Genética en la UCM y Académico Correspondiente de la Real Academia Nacional de Farmacia.

Referencias

FA Reed. African human diversity, origins and migrations. Curr Opin Genet Dev 16, 597–605 (2006).

SA Tishkoff, et al. The genetic structure and history of Africans and African Americans. Science 324, 1035–1044 (2009).

Género y medio ambiente : un análisis preliminar de brechas y oportunidades en América Latina y el Caribe : documento de análisis (bvearmb.do)

Las mujeres sufren de forma desproporcionada los estragos de la sequía y la desertificación | Noticias ONU (un.org)

Cinco razones por las que la acción por el clima necesita a las mujeres | CMNUCC (unfccc.int)

Mujer, agroecología y emergencia climática. Desafíos y oportunidades - Revista Ae (revista-ae.es)

El cambio climático se ensaña con las mujeres y las niñas, aumentando la desigualdad de género | Noticias ONU (un.org)

El cambio climático desde una perspectiva de género | CCCB LAB

Un enfoque climáticamente inteligente para la sequía en las tierras áridas de Kenya | ONU Mujeres (unwomen.org)