Faro de Vigo

Faro de Vigo

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

Ángela, un siglo de vida, vivan nuestros centenarios

Ángela, en la celebración de sus cien años rodeada de su familia. / FdV

Un siglo, Ángela, has cumplido. Y sigues alegre y cantarina. Aquel año 1919 en que naciste fue el del Tratado de Versalles que puso fin a la I Guerra Mundial, se fundaba el Valencia Club de Fútbol y en España se convocaron elecciones generales en medio de una crisis política y económica sin precedentes. Pero tú de eso no sabías nada porque no hacías más que corretear por El Pino, ese barrio vigués donde vivían tus padres Tomás Castaño y Magdalena, empeñados en la política de natalidad. A ver si no, con Alfonso, Lita, Pura, Cucha y Rafael como hermanos. Ocho años en El Pino porque a tu padre le mandaron en 1927 a las obras del ferrocarril en Redondela, poco antes de que los graves problemas económicos que sufrían las empresas que gestionaban las líneas férreas del oeste español llevaran al Estado a la nacionalización de las mismas. Pero con 10 añitos ya estabas de vuelta en tu Vigo natal y tampoco te enteraste ese año 1929 del golpe de Estado fallido que dieron en España contra la dictadura de Primo de Rivera. Ni de la caída de la Bolsa americana que sumió en la pobreza a aquel país porque en Vigo, entonces, todo eso parecía lejano salvo si lo leías en FARO. ¡Naciste cuando Vigo tenía poco más de 20.000 habitanes y lo has visto llegar a 300.000!

Antes lo hijos tenían que buscarse la vida antes y a ti te sacaron de la escuela a los 14 y te metieron a hacer labores con una modista en su taller de costura de la calle Romil, sí, aquellla academia de corte y confección de Carmen Villaramos, justo frente a la fuente, donde llegarías a ser oficiala mayor, hacías arreglos, bordados, tres prendas a la semana y te pagaban una peseta diaria. España ya era republicana tras la marcha del Rey pero se amaba como antes y tú, con 18, te enamoraste en medio de la guerra civil de un tudense que enviaron a Vigo para curar sus heridas de metralla tomando el Naranco asturiano. Andábamos los españoles en guerra pero tú dijiste que con tu Antonio nada de eso y salisteis a pasear muchas tardes por aquel Vigo en que recorríais Príncipe de arriba abajo y al revés. Y seguro que sufriste cuando le dieron el alta, lo arrancaron de tus brazos y le devolvieron al frente de batalla de Madrid y Guadalajara.

No saben los jóvenes de hoy las dificultades para amar que había antes, cuando se solía hacer para toda la vida, y más aún si era un amor fraguado en tiempos de guerra. Pero Antonio volvió y se casaron en 1941, a sus 21 años, y tuvieron que dejar Vigo porque le destinaron a Lugo como militar, donde por cierto nació Loli, allá por el 42. Pero ya se sabe de la vida trashumante del soldado y volvieron a Vigo, le ascendieron a Brigada y aceptó otro destino en Jaca. En Jaca, donde se fueron con Loli, vivieron un tiempo de bonanza económica ya que del sueldo de Lugo de 300 pesetas, con el ascenso a brigada, se lo doblaron y pasó a cobrar 600 pesetas, más el 20% de complemento de destino, por ser puerto de montaña. Y a los 3 años, vuelta a Pontevedra, a un destino más cómodo en la Caja de Reclutas. Allí acabaste echando una mano en la economía familiar abriendo un taller de costura y fueron naciendo Toño en 1950, Carlos dos años más tarde, luego Katusa... Y nuevo destino en Madrid, donde nació en el 56 Pilarín. Ya con cinco hijos, volviste a la costura trabajando para Doña Fermina, que tenía una casa de modas de alta costura en la calle Serrano.

Más tarde decidiste montar tu propio taller, con tres oficialas y dos aprendizas. Pero Antonio se jubiló y, entre morriñas,volvió a Vigo y ahí acabaron sus estudios los hijos. Aún no te bastaron tantos años de trabajo que empezaste a hacerlo en Simeón entre costuras mientras iban llegando tus 12 nietos. Susana, Xandra, Eduardo, Elena, Diego, Carlos, Ana, Elena, Belén, Xela, Caty y Nuria, y luego los bisnietos, Lucas, Lola, Macarena, Julia, Belén, María, Irene, Candela, Paula, Inés, Ana y Lía. Se fue tu marido para siempre pero ahí sigues tú, feliz, rodeada de lo más importante: tu familia. ¡Y cómo te quieren, Ángela!, por el amor que les diste, los cuentos tuyos con los que crecieron, la cocina con la que losalimentaste. ¡Y qué gran costurera! Contando tu vida homenajeamos a nuestros cenenarios.

Compartir el artículo

stats