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Vida y andanzas de titulados en la Universidad de Vigo

Luis Espada, en el acto de inauguración de la Facultad de Telecomunicaciones. A su izquierda, Manuel Fraga Iribarne (27-IX-2002). // Foto: Magar/Archivo FdV.

Yo estaba patidifuso por el volumen del libro que me había confiado Luis Espada, y veía que los más entrados en años que nos rodeaban en la mesa andaban casi escorados por el peso del mismo. A mi izquierda, en aquella tertulia, el coordinador de las 750 páginas del mismo, Espada: a mi derecha, el ex Juez Decano, Antonio Romero, con sus más de 80. Muy cerca, Marques de Magallanes llevando con dignidad sus más de 90 años y Franco Cobas manteniendo su espíritu olímpico con más de 78... Yo presenté aquel libro, " Estudio sobre la situación laboral de las personas tituladas de la Universidad de Vigo de 1990 a 2015", como un arma de ataque y defensa de segundo uso para quien no se atreviera a leer sus 600 páginas. Pero bromeaba porque sabía el gran esfuerzo de busca y captura que Espada, primer Rector de la Universidad de Vigo, había realizado durante los últimos 4 años como coordinador de un equipo de varias personas en busca obsesiva del paradero del mayor número de estudiantes que pasaron por la Universidad durante un último cuarto de siglo. El resultado, brillante: el primer trabajo de sus características en España porque a ninguna Universidad se le ocurrió la deseable temeridad de investigar el destino de sus egresados; y la certificación de tener ex alumnos vigueses dispersos por Europa (74%), Asia (3,46), África (1,33), América (19,23) y hasta Oceanía, un 1 %. En España, por todas las comunidades autónomas. ¡Qué inmenso el efecto rebote el de una Universidad en el mundo!

Pero la charla que, al calor de ese último libro coordinado por él, dio en una tertulia de la Fundación Vigueses Distinguidos, discurrió también por circuítos de su memoria como primer Rector de la misma, desde aquel día que cogió un taxi en el aeropuerto recién llegado a Vigo, pidió que llevasen a una Facultad en ciernes y el conductor le dijo: "Eso no existe en Vigo, señor". Como poner el carro antes que los bueyes: en aquellas postrimerías de los años 80 se vivían los efectos autonómicos de la Transición, todo Dios incluida La Rioja con solo 200.000 habitantes quería Universidad en su pueblo (lo que llevaría a que España llegara a a tener más que Francia o Alemania) y en Galicia se pasa de una a tres que nacen de un modo traumático porque en 1989 estábamos en elecciones y en tales fechas ya se sabe lo que los políticos son capaces de verbalizar con tal de conseguir votos de sus provincianos. Así las cosas, Vigo empezó de repente con 11.000 alumnos, con un Rector que reunía a su equipo directivo en el apartamento 507 del edificio Moderno y con la experiencia en alguna Facultad de dar la primera clase con los estudiantes de pie porque no habían llegado ni mesas ni sillas. Y con 9 titulaciones, que ahora son 140 entre masters, grados, licenciaturas y demás familia. Así no es extraño que Espada, con su ironía y buen humor habitual, comentara alguna vez que si Woody Allen se entera vendría a Vigo a hacer una película con el nacimiento, digo yo que bronco y sietemesino, de la Universidad de Vigo y supongo que la de A Coruña, y hay quien afirma que si se cuenta cómo se creó el campus de Ourense Woody monta otra comedia. ¡Durante el proceso de construcción apareció un pollero que impedía el paso con su propiedad, hasta que desapareció del mapa se supone que convencido por una fuerza superior. ¿Fraga quizás, entonces presidente, que arremetió contra los pollos con una espada flamígenra sobre brioso alazán? Algo parecido en el campus de Pontevedra. Se hubo de parar dos años la construcción porque en medio de la obra se dieron cuenta de que no existía un PERI. ¡Pero si el Rector de Vigo empezó con un campus (el "montus" que llaman) que era una Reserva Forestal Protegida en la que si tiraba un árbol para poner un aula podrían venir a multarle los vigilantes del bosque! A mí me confesó el entonces arquitecto municipal José Luis Pereiro,que el alcalde Picher le había ordenado tiempo antes en su despacho: "¡Enciérrese donde quiera pero tiene una semana para buscar terreno a la futura Universidad! "Todo eso hace aún más admirable el nacimiento de la Universidad de Vigo y a sus responsables, que hubieron de pelear sin armas y sin escudos.

De todo esto, de esa memoria histórica de la Universidad de Vigo tan heroica como los vinos que nacen en tierras difíciles, no se habla en este libro sobre los destinos laborales de las personas tituladas en sus aulas, casi 71.500 entre 1990 y 2015. Pero, aunque solo un osado se atreveríaa leerlo de seguido, encierra interasantísimos datosque dibujan el perfil de esta Universidad y el resultado de sus esfuerzos educadores. Por ejemplo, destroza el mito de que es fundamentalmente tecnológica porque el 53 por ciento de sus egresados trabajan en el ámbito jurídico-social y solo un 23 por ciento en el tecnológico. O se sabe que, como la mayoría de las españolas, es una universidad endogámica en la que solo un 0,6 por ciento de sus graduados proceden de un país extranjero y de Galicia el 97 por ciento. O que, junto a otras siete españolas, la de Vigo está entre las 100 mejores del mundo con menos de 50 años de antigüedad. Amén.

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