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Aviadores gallegos en la URSS de Stalin

Este era el apodo del dezano Gumersindo Areán, comandante que instruyó a jóvenes pilotos españoles en la URSS. Entre ellos, el alaricano Juan Romero, que combatió a los nazis en la Gran Guerra Patria

José Romero Carreira, ya de civil.

"La mínima ración que se suministraba de alimentos nos había postrado a todos en un estado de inanición (...) Los niños tenían que defender sus alimentos contra la expoliación de sus padres. Situación trágica en la que puede caer el hombre cuando las circunstancias desatan las fuerzas de su subconsciente..." José Romero Carreira, aviador gallego nacido en Allariz, nunca imaginó que tendría que escribir estas líneas, un extracto de los recuerdos de su paso por Kok-Usek, en el actuaj Kazajistán, uno de los campos de concentración soviéticos, los temibles gulag. Dirigente de la UGT en Ourense antes del 18 de julio de 1936 y afiliado más tarde al Partido Comunista, poco antes de finalizar la contienda se trasladó a la URSS para realizar un curso de formación como aviador de combate. Allí lo pilló la rendición de su bando, el republicano, por lo que, meses después, al no poder regresar a España decidió alistarse como piloto del Ejército Rojo que combatió contra los alemanes durante la Segunda Guerra Mundial, llamada en Rusia la Gran Guerra Patria .

José Romero Carreira formaba parte del último contigente de aviadores republicanos enviados a la Unión Soviética para completar su formación desde finales del año 1936: llegaron a ser un total de 800. Desde ese año hasta 1939, pasaron cuatro promociones de aviadores por la 20ª Academia Militar de Pilotos de Kirovabad. Finalizada su formación aeronáutica, los pilotos regresaban a España, incorporándose a la guerra aérea que se libraba en los distintos frentes de batalla.

Uno de los más destacados pilotos republicanos que estuvieron en Kirovabad fue el también gallego Gumersindo Areán Rodríguez (Rodeiro, 1898-México, 1974), veterano ya y todo un mito entre sus compañeros. Músico en su juventud, a Gumersindo el Servicio militar lo llevó a Tetuán. Reenganchó en el Ejército y, atraído por la Aviación, obtuvo el título de piloto en la Escuela de Carabanchel. En 1928 fue ascendido a suboficial y realizó vuelos en África (ruta Tetuán-Larache), así como el primer recorrido aéreo Tetuán-Madrid. Al producirse la sublevación del 18 de julio de 1936 se mantuvo fiel a la República, cuyo Gobierno lo nombró comandante del Ejército do Aire. Realizó varias misiones victoriosas que le valieron el apodo de "Ave Negra". En la URSS fue instructor de los nuevos pilotos del Ejército republicano, así como jefe de escuadrilla de bombarderos. Incluso los mandos rusos le tenían respeto y admiración.

No hemos llegado a confirmar si entró en combate contra los aviones alemanes en territorio ruso, porque en 1939 se exilió en Francia, y después de pasar por diversos campos de concentración, acabó en el de Relizane (Argelia). Logró reunirse con su familia en Orán, y en octubre de 1942 todos embarcaron rumbo a México, donde "Ave Negra" permaneció hasta a su muerte.

Una vez acabada la guerra en España, para una parte del colectivo pilotos carecía de sentido permanecer en la URSS, ya que su misión encargada por el Gobierno republicano también había finalizado. Algunos deseaban marcharse, voluntad que adquirió inicialmente dos sendas distintas: retornar a España y/o emigrar a México o Francia. Como en el caso de los que solicitaron residir en la URSS, las autoridades soviéticas atendieron sus peticiones, según se refleja en la investigación de Elpátievsky. En abril de 1939, el PCUS aprobaba la salida hacia países latinoamericanos de los pilotos que así lo requerían. Por otra parte, en junio de 1939, el Buró Político del PCUS resolvió otorgar el permiso de salida a 63 pilotos.

Luiza Iosrdache Cârstea, autora de "El exilio de los piloto y marinos españoles en la Unión Soviética", escribe que, efectivamente, "un grupo de pilotos expresó su deseo de permanecer en la URSS ante las comisiones soviéticas que les visitaron con el fin de solucionar su porvenir. Se trataba de unas 100 personas, de los cuales unas 44 fueron seleccionadas para trabajar para el Servicio de Inteligencia del Ejército Rojo. Así, en junio de 1939, un grupo de pilotos abandonó Kirovabad con destino a la casa de reposo de Zanki, desde donde fueron enviados a distintas fábricas. Los colectivos más numerosos de pilotos se instalaron en Járkov, con 37 miembros y en Rostov, con 27 pilotos, aunque un contingente de 25 personas fue distribuido por Kolomná, Moscú, Cheliábinsk, Odessa, Simferópol, Briansk y Crimea. En paralelo, los pilotos seleccionados para recibir formación política y de espionaje fueron enviados a una escuela especial del Comisariado del Pueblo para la Defensa en las proximidades de Moscú. Transcurrido el período de formación y pese a que algunos de sus componentes albergaban la esperanza de salir de la URSS a raíz de los estudios cursados, la mayor parte del grupo recaló en Vorochilovgrad, mientras que otros se establecieron en Moscú, Samarcanda, Kiev y Ordjonikidze, encontrando empleo en las fábricas".

Claro que esa es la versión "amable" de los acontecimientos, porque hay otra según la cual el Gobierno soviético, apoyado por dirigentes comunistas españoles, habría presionado a los 180 aviadores para que continuasen en el país al finalizar la guerra y para que se nacionalizasen y viviesen allí.

Acorde con esta versión, medio centenar de ellos acabarían pilotando para el Ejército Rojo, pero hubo otros que no transigieron. En ese otro lado, en el de los que no quiseron continuar permaneciendo en la URSS, hallamos a Hermógenes Rodríguez, que ni siquiera pudo completar aquel especializado curso de pilotaje. Su hijo Ángel cuenta que ningun de aquellos pilotos de la cuarta promoción pudo volver inmediatamente España, pese así solicitarlo, como fue su caso, que explica el propio Ángel: "Ninguno de ellos volvió para poner en práctica lo que aprendieron en la academia de vuelo de Kirovabad, en el Cáucaso. Les cogió allí el final de la guerra (a mi padre le dieron la noticia durante un ejercicio de vuelo) y los que no escogieron integrarse en el ejército soviético ni incorporarse a las fábricas permanecieron allí como 'invitados' (el gobierno de la Segunda República había pagado una gran cantidad en oro por su formación) hasta que se convirtieron en una molestia y los enviaron al gulag, en Karaganda, desde donde iniciaron una larga odisea de 14 años a través de numerosas cárceles y campos de trabajos forzados en toda la URSS, desde Odessa hasta Magadán, en Kolima".

Paradojicamente, durante su cautiverio, estos pilotos republicanos vieron llegar a los prisioneros de la División Azul, con los que fueron repatriados en el año 54 en el famoso barco Semiramis. En esa época, Franco utilizó la repatriación de los presos españoles como una gran maniobra de propaganda, incluso existe un Nodo sobre la llegada del barco? "Pero- matiza Ángel Hermógenes- no se hizo ni mención de que parte del grupo eran pilotos republicanos.Es una triste historia que aún hoy día es prácticamente ignorada." Hermógenes Rodríguez era, en efecto, uno de esos 25 que fueron enviados a campos de concentración, donde se encontró con Romero Carreira y los presos de la División Azul.

Uno de los pilotos partidarios de continuar la "guerra contras los nazis" aunque fuese desde tan lejano país fue precisamente el citado José Romero Carreira. Por eso no se sabe muy bien cuál fue el motivo por el que acabó en el gulag. Es más: durante su presidio, sus carceleros lo trataron con especial crueldad tal vez porque la URSS ya se hallaba en plena purga estalinista o, quizás también, por haberse sumado a una huelga de hambre de los presos de la División Azul para exigir una mejora en el campo. Eso sucedía ya en 1952, el año anterior a la muerte de Stalin, y Carreira, que seguía siendo republicano, había abdicado ya, no obstante, de la militancia comunista. Y es que, si Franco no reconoció a ninguno de los liberados de Semiramis como republicanos, el gobierno soviético "no quería que el mundo supiese que había republicanos incómodos en su paraíso", escribe Carmen Calvo en "Los últimos aviadores de la República". De ahí ese olvido a dos bandas que denuncia Hermógenes.

En su reciente libro, "Aviadores españoles en la URSS. 1936-1948)", Rafael de Madariaga registra el paso por Kirovabad de otro gallego más, aunque no era aviador. Nacido en Pontevedra en 1899, Sol Aparicio Rodríguez era mecánico de Aviación y había sido soldado en Marruecos. En la URSS fue voluntario en el Ejército Rojo que combatió a los nazis. Emigró a México, donde escribió un libro titulado "Yo combatí en tres guerras".

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