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Enrique Hernández Reina: "En la sociedad de la hipercomunicación, la soledad es el principal problema"

Enrique Hernández Reina, durante la entrevista. J. Pérez Curbelo

Tras once años al frente del Servicio de Psiquiatría del Hospital Universitario Insular de Gran Canaria, el psiquiatra Enrique Hernández Reina reflexiona sobre algunas cuestiones relacionadas con la atención a la salud mental en España.

- ¿Cómo ha cambiado el ámbito de la salud mental en estos años?

-Para empezar, las demandas en salud mental han crecido mucho. Haciendo balance, la primera vez que yo trabajé en una sustitución en salud mental, tenía 22 años, y entonces llegué a ver a 43 pacientes en dos horas en las consultas de neuropsiquiatría.

- ¿Cree que ha habido un cambio positivo a pesar de ese crecimiento de la demanda?

-No sólo creo que estamos ahora mejor que en los años 80, sino que estamos mejor que hace 20 años e incluso que hace cuatro años. Lo que pasa es que las cosas no funcionan al ritmo que todos queremos. En la clasificación oficial de la Sociedad Americana de Psiquiatría hay cerca de 500 trastornos, mientras que en los años 50, cuando se constituyó, apenas superaban los cien.

- ¿A qué cree que obedece este incremento?

-No creo que hayan más enfermedades ahora que hace 60 años, ni que se diagnostique más, la clave está en que hemos patologizado la vida cotidiana. Creo que hemos convertido en enfermedades los malestares de la vida cotidiana. Antes se resolvían los conflictos en el ámbito de las familias, que eran más amplias, y también tenían más apoyo en la religión, en el confesor. Con la secularización de la vida, con la reducción de la familia, el hecho de que todo el mundo trabaja hace que estemos más solos en la sociedad y nosotros somos animales tribales, necesitamos del grupo, pero el grupo se ha deshecho. La cohesión de la familia se ha deshecho, los grupos de amigos también, cada vez estamos más aislados, y nunca como ahora ha habido tanta gente viviendo sola. En la sociedad de la hipercomunicación, la soledad es el problema número uno. Estamos más comunicados que nunca, las ciudades son cada vez más grandes, y vivimos todos juntos, hiperconectados, pero completamente aislados. La tecnología ha servido más para separarnos que para comunicarnos. El síntoma de la época es la soledad, estamos solos, y eso es de lo que padece la gente ahora mismo.

- ¿Se ha adecuado la atención sanitaria en salud mental a las necesidades actuales?

-Yo creo que no tan rápido como habría que hacerlo, pero el problema también es que llevamos diez años de recortes. Hay muchos estudios que dicen que los recortes han afectado a la salud en general, incluso hay uno de la Universidad de La Laguna muy polémico que están revisando porque dice que en toda España se atribuye medio millón de muertos a los recortes. Las cifras parecen un poco exageradas, pero no se puede negar la influencia de la crisis y de los recortes en la calidad de vida, en la calidad de la atención. Ahora vemos que lo social influye en lo psicológico y en lo biológico.

- ¿Hasta qué punto la crisis económica ha afectado a la salud de la población?

-Hasta el punto de que muchas veces la gente lo que necesita es una casa o un trabajo, no una medicación. Hemos medicalizado la existencia, en el sentido de convertir los problemas de la vida cotidiana en una enfermedad y darle una solución médica. Si te desahucian te mandamos al psicólogo o al médico de cabecera para que te de la baja y un antidepresivo, cuando lo que necesita es una casa. El problema es que en este país se han rescatado a los bancos pero no se ha rescatado a las familias. Me escandaliza la cantidad de personas sin techo que hay en la calle. Dicen que muchos son enfermos mentales, y sí, hay personas con enfermedad mental, y habría que habilitar residencias o pisos tutelados, pero eso hay que implementarlo, porque los que tenemos están llenos.

- ¿Estamos ante un problema de mala gestión?

-No es una cuestión de mala gestión, el problema está en la falta de recursos, y no me refiero a recursos sanitarios, sino sociosanitarios. Hay muchos pacientes ingresados pendientes de alojamiento, y no sólo en Psiquiatría sino en cualquier especialidad. En todos los hospitales hay una serie de pacientes con el alta médica, a veces llega hasta el 10%, pendientes de un recurso social. Tenemos que meter a los pacientes de Salud Mental con calzador para aplicar la Ley de la Dependencia, porque ahora mismo todas las ayudas se centran a través de esta ley.

- ¿Cuáles cree que deberían ser las prioridades actualmente en salud mental?

-Seguimos sin tener unidades infanto juvenil para ingresar a los menores. Los niños a partir de los 14 años tienen que ingresar en una unidad de adultos, y eso no es una buena idea. Está claro que tienen que haber servicios de psiquiatría infanto-juvenil. En adultos seguimos sin tener hospital de día, por ejemplo. Nos quejamos de los abusos en las hospitalizaciones, y debería existir la alternativa de la hospitalización de día, donde vas al hospital por la mañana de 9.00 a 16.00 o 17.00 por ejemplo, y luego se va a casa. Eso está en el proyecto que se elaboró hace 20 años y no se ha podido llevar a cabo.

- ¿Y los retos de la sanidad?

-El gran reto de la sanidad actual es la geriatría, porque tenemos una población cada vez más envejecida, y es ahí donde más recursos hay que poner, porque además, la familia no tiene sitio ni disponibilidad para cuidar a los mayores. Esta cobertura social que da el Estado en los países del Norte de Europa, en España la daba la familia pero éstas ya no pueden más, no tienen dinero, las casas son más pequeñas y no tienen disponibilidad.

- ¿Por falta de voluntad política, o falta de recursos?

-Por falta de recursos. El problema es que España dedica menor porcentaje de PIB a gastos sociosanitarios que la media de la Unión Europea. No invertimos en recursos sociosanitarios; los servicios sociales son caros, para que nos vamos a engañar, cuestan dinero y si queremos tener una buena asistencia hay que invertir, porque yo creo que es una inversión no es un gasto.

- ¿Hay algún referente?

Los referentes son toda la socialdemocracia del Norte de Europa, pero, en concreto, yo diría Finlandia. Ellos tienen un modelo muy interesante que ha logrado reducir las hospitalizaciones, el uso de fármacos, la violencia... Yo creo que estos son los retos actuales, porque en España hemos avanzado hacia un modelo en que se ha medicalizado los problemas de la vida cotidiana, se les ha dado soluciones médicas, por eso España es medalla de plata en consumo de psicofármacos. Ya no invertimos en personas, en capítulo uno, o invertimos menos que la media de Europa, pero nuestro gasto farmacéutico es el mayor del mundo, por eso las multinacionales farmacéuticas miman tanto a los profesionales españoles, somos un negocio para las multinacionales farmacéuticas.

- ¿En qué se traduce ese negocio, y por qué esa diferencia de España respecto a otros países?

-Se traducen en que el 16% de la población española toma psicofármacos todos los días, lo cual es un exceso. La formación de los médicos, congresos, cursos, publicaciones... lo paga la industria farmacéutica. La diferencia de España con los países del entorno es que los salarios de los médicos españoles son ridículamente bajos si los comparamos con nuestros vecinos; los portugueses ganan el doble y los franceses el triple. Allí la industria farmacéutica no tiene tanta importancia.

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