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Las vacaciones más solidarias

Pilar, Lara o Noberto, de la ONG gallega Da Man, llevan años trabajando en poblados de Senegal;Itziar acaba de llegar de un campamento en Irak; Luis gestionó albergues para emigrantes en México e Iria atendió a refugiados rohingyas en Bangladesh

La palabra vacaciones no es sinónimo de descanso, sino todo lo contrario, para un buen número de profesionales gallegos de la sanidad que trabajan como cooperantes en distintos países del Tercer Mundo. Algunos de ellos hacen coincidir su periodo vacacional con esos viajes, mientras que otros solicitan permisos sin sueldo, aunque también hay médicos y enfermeras que trabajan profesionalmente en organizaciones internacionales como Médicos Sin Fronteras.

La pediatra viguesa Pilar Martínez lleva muchos años dedicando el tiempo de sus vacaciones a viajar al continente africano para prestar su ayuda médica e impulsar diversas labores asistenciales. Tras haber trabajado primero en los campamentos saharauis, en febrero de 2009 viajó por primera vez a Senegal, a donde se desplaza desde entonces un par de veces al año, pues, fruto de conocer la realidad socio-sanitaria de ese país africano, en 2010 creó junto con su hija Lara Santiago la ONG Da Man, que cuenta en la actualidad con más de 300 socios.

Tras un primer contacto en una zona próxima a la costa, primero centraron su actividad en el Hospital de Kedougou y en las poblaciones de Bandafassi y Dindefelou, al sudeste del país. "Nos encontramos con que la situación era horrible: niños muy desnutridos, con un alto índice de mortalidad, también entre las mujeres por embarazo y parto. Allí estuvimos trabajado hasta 2011, y desde entonces centramos nuestra actividad en la comunidad rural de Touba Merina", explica la pediatra viguesa. "Nos vamos allí con nuestras vacaciones, y algún personal que está con contratos avisa para que no les llamen en esos días; además los viajes y la estancia los costeamos de nuestro propio bolsillo -explica Pilar Martínez-. Normalmente nuestras estancias en Senegal son de unos diez días, que los cirujanos aprovechan para operar a unas 75 personas, mientras que nosotros atendemos a todos los que vienen a la consulta". En Touba atienden los poblados de Bule, Lothi, Koba, Mbaeri y Mdiara. Su primer proyecto en la zona fue la creación de una escuela. "Surgió a raíz de una conversación con un senegalés que trabaja en Vigo, Yoro, que nos animó a desarrollar el proyecto", apunta Pilar Martínez. Es una zona que está en el centro de Senegal, donde vive la etnia Peul, de tradición ganadera. "Es muy importante que los niños puedan seguir estudiando y nosotros les damos una beca para que puedan hacer secundaria", añade la pediatra. Además, Da Man tiene un programa para que las niñas aprendan a coser y puedan tener un futuro laboral.

Da Man suela realizar dos viajes al año, el último de ellos el pasado mes de marzo. Entre los nuevos proyectos figura la instalación de pequeñas placas solares para repartir entre los poblados, pues la mayoría carecen de luz eléctrica. "Cuando hay alguien que necesita ir a un hospital, lo que hacemos es pagarle las pruebas y la hospitalización; también les hemos comprado una ambulancia", añade la presidenta de Da Man. Las necesidades son muchas, hasta el punto de que en alguna ocasión tuvieron que atener un parto a la luz de una linterna.

Trabajo por sonrisas

"Trabajamos duro aquí para poder desarrollar todo allí, pero cada sonrisa de cada persona hace que todo esfuerzo haya merecido la pena". Así se expresa Ana Santamaría, una de las enfermeras que lleva colaborando en las labores solidarias de Da Man desde febrero de 2010. "Tras un primer viaje de contacto, nos encontramos unas tasas de anemia y muertes por desnutrición enormes, lo que hizo que a vuelta ya empezáramos a montar el primer viaje de trabajo", añade Ana, que destaca los diversos proyectos que llevan a cabo en Senegal, tanto el educativo con becas para secundaria, "como el proyecto oftalmológico o la medicación gratuita a, sin olvidar el 'derecho a una comida al día' para todos los peques en la escuela".

Lara Santiago, enfermera viguesa y vicepresidenta de la ONG Da Man, trabaja como cooperante en África desde hace más de una década. Empezó con apenas 21 años viajando a los campamentos saharauis y ahora es una de las responsables de diversos proyectos en la región senegalesa de Touba Merina. La vicepresidenta de Da Man, que trabaja en la UCI del Hospital "Álvaro Cunqueiro" de Vigo, reserva sus días de vacaciones o pide permisos sin sueldo para acudir como cooperante al país africano. Enfatiza que "no se trata de hacer caridad sino cooperación, y cooperar es trabajar con los servicios sanitarios de la zona; no vamos de salvavidas, sino a trabajar con los médicos locales". Apunta Lara que el trabajo que realizan allí no se limita a las estancias en el país africano. "Yo estoy todo el día conectada todo el día con Senegal. Hace un momento he estado hablando con un enfermero de allí, Demba, por el caso de una niña que está hospitalizada y hemos tenido que llevar a Dakar para hacer el diagnóstico. Es imposible desconectar".

Economista de formación, el ourensano Luis Álvarez trabaja para organizaciones como Cruz Roja o Médicos Sin Fronteras en proyectos logísticos de agua y saneamiento. "Mi labor consiste en facilitar los soportes a los sanitarios para que los sanitarios puedan desarrollar su trabajo en las mejores condiciones", comenta. Su última actuación como gestor de proyectos fue en México, con Médicos Sin Fronteras, y consistió en acondicionar albergues para emigrantes desde Centroamérica hasta la frontera con Estados Unidos.

Norberto Barreiro, natural de Nigrán, es un auxiliar de Enfermería que trabaja como eventual en el Sergas y viaja a Senegal como cooperante un par de veces al año. Tras conocer la labor que desarrolla en el país africano la ONG Da Man, no dudó en apuntarse como voluntario. Su labor se centra en organizar un contenedor de material, así como ayudar a las consultas de Pediatría y Enfermería a pediatras. "Senegal vive una realidad bastante dura porque no tienen forma de desarrollar un trabajo, pero es también una sociedad que te enseña a ver la vida de una forma más simple", apunta Norberto.

La enfermera viguesa Christel Rodríguez, ha viajado a Senegal en cinco ocasiones. Cuando trabajaba en un hospital privado, aprovechaba las vacaciones para viajar a Senegal y ahora depende de los contratos del Sergas para organizar los viajes. De sus estancias en el país africano ha aprendido "a valorar más lo que tenemos aquí, y que con poquito se puede hacer mucho, como hace nuestra ONG; en el plano personal he descubierto que con poco se puede ser muy feliz".

Con los rohingyas

La enfermera Iria Lorenzo, natural de Ponte Caldelas, trabaja desde 2010 en proyectos de Médicos Sin Fronteras. "Estuve en lugares en conflicto -señala- como Etiopía en la frontera con Somalia o Sudán del Sur ayudando a refugiados a tener una vida un poco más digna; también trabajé en Angola, Zambia o Guinea Bissau ayudando a reducir la altísima mortalidad infantil". Su último viaje fue a Bangladesh para trabajar con refugiados Rohingyas que huyeron de Myanmar tras la explosión de violencia de finales de 2017. Comenta Iria que prestaban atención médica y psicológica cada día a cientos de personas que vivían "en pésimas condiciones, agravadas por las fuertes lluvias y vientos con la llegada del Monzón". A Iria no se le olvidarán nunca "unas historias que parten el alma cuando te cuentan cómo perdieron a parte de su familia, o como fueron violadas o maltratados hasta llegar a Bangladesh".

Itziar Melendo, por su parte, acaba de llegar de Irak, donde trabajó durante 4 meses con Médicos Sin Fronteras en el mayor campamento de desplazados internos del país, en Qayyarah, a unos 80 km de Mósul. "Allí viven desde hace casi dos años unas 150.000 personas. Es una población -explica Itziar- que ha sufrido conflictos internos, perdida de familiares y de su modo de vida, por lo que a los problemas de salud que van implícitos al hacinamiento y a las condiciones de vida de un campamento (diarreas, infecciones respiratorias y cutáneas, etc.) ha de sumarse el sufrimiento psicológico. Las secuelas físicas y psíquicas son muy importantes".

A pesar de todas los problemas que sufren, Itziar subraya que se trata de "una cultura muy hospitalaria y agradecida, que hace que todas las dificultades que implica trabajar allí merezcan la pena".

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