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Resistir en la aldea

Gallegos que desarrollan su actividad profesional lejos de las ciudades reivindican más atención a un medio que ha caído en el abandono y se ha desprestigiado de forma injusta

Han decidido quedarse a sostener el medio rural envejecido y despoblado, resistir y conservar un patrimonio cultural y geográfico que ha marcado la vida de generaciones. En muchos casos han tenido que pagar el peaje de una notable lista de dificultades, como las que se encuentra el biólogo vigués Marcos Reinoso, que ha creado una empresa de senderismo en O Courel, "donde en caso de urgencias el hospital más próximo se encuentra a una hora en coche". Los ganaderos, por su parte, se quejan de los bajos precios de la leche, que están poniendo en serio peligro la continuidad de sus explotaciones. En las zonas más alejadas de las ciudades, la continuidad de los proyectos viene marcada por la carencia de servicios básicos como las guarderías.

Con todo, la mayoría de estos sobrevivientes del rural destaca la calidad de vida que disfrutan. La artesana y diseñadora Idoia Cuesta, con taller en una aldea de Outeiro de Rei, considera "un lujo" despertarse "con el sonido de los pájaros y no con la bocina de los coches o el ascensor del vecino". Para muchos de estos proyectos empresariales, vivir en el rural no supone ningún contratiempo, porque las nuevas tecnologías han acercado las aldeas al mercado global.

Eso sí, todos reclaman una política que recupere la autoestima de la gente que vive en el campo. Como señala el bodeguero de Sober Pedro Manuel Rodríguez, "mientras que aquí el rural se ve como una vuelta atrás, en países como Estados Unidos o Francia se valora mucho a la gente del campo". De ahí que José Luis Carrera, responsable del proyecto Arqueixal, apueste por dar a conocer a los más jóvenes "su medio rural más cercano" para que aprendan a valorarlo.

Jesús Manteiga // Ganadero (Vila de Cruces)

"Unos céntimos en el cartón de leche suponen seguir adelante o morir"

Jesús Manteiga es un ganadero de Vila de Cruces que cuando tenía 18 años decidió quedarse en la aldea familiar, Oirós, con las siete vacas lecheras que tenía su padre. Ahora, con 45 años, está al frente de una explotación de 110 cabezas, entre vacas y terneras. El negocio familiar tiene la continuidad asegurada porque una de sus dos hijas, María, está dispuesta a tomar el relevo en la actividad ganadera.

Con apenas un centenar de habitantes, distribuidos en doce núcleos de población, la parroquia de Oirós se encuentra situada en la falda del monte Carrio, entre los 450 y los 500 metros de altitud. Una zona sin apenas regadíos pero con buenos pastos para el ganado de leche. A pesar de estar en el rural, Jesús Manteiga apunta que no están aislados, "porque tenemos Vila de Cruces a 4 kilómetros y Lalín a 15". Tampoco sus hijas, de 21 y 18 años, echan de menos las ventajas de la ciudad en cuestiones de ocio; "de hecho lo único que quiere la más joven, María, es quedarse con la ganadería".

Para Jesús es fundamental que la población siga asentada en el rural para preservar el medio ambiente. "Somos los mejores controladores de los incendios; el terreno que tenemos nosotros, que está cultivado y cuidado, no se quema", señala este ganadero del Deza. Añade que hay que impulsar "el cuidado de la tierra, que está abandonada".

Como el resto de los productores de leche, Jesús Manteiga teme que con la desaparición de la cuota láctea el precio sea incluso menor. "Puedes producir más, pero producir más para ganar menos no compensa, porque los precios están por debajo de los gastos de producción". Recuerda que cuando tenía 18 años el litro de leche se vendía al equivalente de 36 céntimos, mientras que ahora está a 27, al tiempo que se ha multiplicado por cuatro el precio del gasóleo. "Necesitamos producir a costes más baratos e intentar que la leche deje de regalarse en los supermercados; es ilegal vender por debajo del coste de producción y lo pagamos siempre los mismos. El consumidor no va a tomar más litros de leche por el hecho de que sea más barata. Yo creo que para el consumidor 4 o 5 céntimos en un cartón de leche no son nada, para nosotros es sobrevivir o morir", concluye Jesús Manteiga.

Elena Ferro // Artesana (Merza)

"Si no cuidamos el rural es difícil que todo funcione"

La joven Elena Ferro y sus hermanas han heredado en la parroquia de Merza (Vila de Cruces) la tradición centenaria de su familia en la fabricación de zuecos. Eso sí, con un toque de modernidad que ha propiciado el éxito de sus productos. En el taller familiar, donde elaboran también bolsos y otros complementos de cuero, trabajan en la actualidad tres hermanas y otras cinco mujeres.

Elena cree que en las últimas décadas el rural gallego ha estado muy abandonado. "La gente se marchaba a las ciudades porque pensaba que allí estaba el futuro; yo creo que es al revés, si no cuidamos el rural es muy difícil que todo funcione". ¿Y qué se puede hacer para revitalizar el campo? En opinión de esta artesana de la comarca del Deza, "lo primero es valorar lo que tenemos, porque muchas veces hay un desprecio a la aldea". Añade que no es cierta la idea que tiene mucha gente de que en el campo se está "aislado", cuando en realidad "tenemos todo a mano igual que en una ciudad, e incluso a veces más rápido".

Además de la fabricación de zuecos, uno de los objetivos de Elena Ferro es que la gente se pase por su taller y conozcan de primera mano todo el proceso de elaboración, y compruebe que también se pueden hacer cosas muy novedosas "en una aldea". Destaca Elena que en Merza -además de ser un sitio muy bonito, bañado por el río Deza- hay una gran vitalidad empresarial, pues cuenta con varias industrias y carpinterías. "Para lo pequeño que es, en Merza tenemos una gran actividad empresarial. Muchas veces hay más facilidad para trabajar en el rural que en una ciudad, con la ventaja añadida de que los alquileres son más baratos", señala Elena Ferro.

Antonio Dacuña // Ganadero (Lobios)

"No pedimos ir a la ópera, pero sí guarderías"

Después de trabajar como soldador en varias ciudades españolas, Antonio Dacuña emprendió hace diez años la aventura de elaborar queso de cabra del Xurés al estilo tradicional. La iniciativa fue galardonada en 2007 con uno de los premios Agader. Desde "Casa do Xurés", en la localidad ourensana de Riocaldo (Lobios), Antonio elabora y comercializa un producto artesanal muy apreciado debido a la riqueza de la flora con que se alimentan sus cabras.

Ahora tiene unas 140 cabras, pero llegó a tener cerca de 300. Diez años después del comienzo del proyecto, este joven ganadero se muestra bastante escéptico sobre la revitalización del rural en Galicia, e incluso se plantea abandonar su iniciativa "por las trabas que nos pone la Administración, pero también por la falta de infraestructuras básicas en el rural. Tengo un niño de 2 años y aquí no hay guardería, no hay nada; los colegios están cerrando porque no hay niños. Es lógico, porque si no hay infraestructuras tampoco viene la gente".

"Desde el rural se pueden sacar adelante negocios, lo que sucede es que hay pocas ayudas. Hay muchas promesas pero pocas realidades", relata Antonio. Añade que "lo que no puede ser es que una persona pida un crédito para emprender alguna iniciativa en el rural y al final acabe endeudándose por falta de ayudas de la Administración. Lo que les interesa a los gobernantes es gente que viva de la brigada de incendios unos meses al año, pero no asentar a la población en el rural".

"¿Cómo se potencia el rural? ¿Metiendo una autopista en un parque natural? -se pregunta-. Hay que acometer las infraestructuras básicas que faciliten la vida de la gente. El que viene a vivir al rural sabe que no puede ir a la ópera todos los días, pero si tiene hijos está claro que debe disponer de una guardería".

Idoia Cuesta // Artesana (Outeiro de Rei)

"Estamos intentando mantener unos oficios que podrían desaparecer"

Idoia Cuesta estudió Biología pero ahora se dedica a la artesanía en Cela, una parroquia de menos de 300 habitantes del municipio lucense de Outeiro de Rei. Aunque nació en Lasarte (Guipúzcoa), lleva la mitad de su vida en Galicia, por lo que se considera "una gallega más". Cela se encuentra al lado del río Miño, frente a Rábade, un lugar ideal para vivir. "Para mí es un regalo -refiere Idoia-. Puedo escuchar a la naturaleza, seguir el cambio de las estaciones, mirar al cielo y ver las estrellas. Algo impensable en una ciudad. Yo me despierto escuchando a los pájaros, no la bocina de los coches o el ascensor del vecino. Lo que más valoro en estos momentos es el entorno en el que vivo, me parece un lujo".

Idoia tiene una empresa de cestería contemporánea. "Lo que hago es aplicar las técnicas de cestería tradicional gallega a materiales diferentes, como la lana afieltrada. Además también aplico técnicas de telar para chales y de crochet para gorros". Son bien conocidos sus bolsos medusa, "que combina las funciones de cesto y de bolso".

"Para mi oficio, vivir en el rural casi todo son ventajas, porque además estamos muy cerca de la ciudad de Lugo. El rural me permite tener mi propia plantación de diferentes variedades de mimbre para la cestería tradicional que elaboro y para los cursos que impartimos, algo que en la ciudad no podría tener". Las nuevas tecnologías y las mejoras en las comunicaciones han puesto también a las aldeas en el mercado global, "de hecho yo estoy trabajando para empresas internacionales, e incluso en cuestiones de logística a un transporte le es más fácil acercarse a Outeiro de Rei, por ejemplo, que meterse en la ciudad de Lugo", señala la diseñadora.

Eso sí, el tema de los impuestos les afecta lo mismo que en las ciudades. Al igual que otros artesanos de la comarca, no entiende Idoia que el IVA de sus productos se eleve al 21%, "porque a fin de cuentas la artesanía es tradición, es cultura, y estamos intentando mantener unos oficios que se van a perder".

Idoia Cuesta vive con su familia "en una casa de piedra junto al taller, en plena Reserva de la Biosfera" y tiene un hijo que acaba de cumplir 11 años. "Estudia en el colegio de Outeiro de Rei, se queda a comer allí y el autobús escolar para enfrente de casa", explica. Curiosamente, el colegio de Outeiro de Rei "ha crecido muchísimo, porque han venido a este concello muchos matrimonios jóvenes que antes vivían en Lugo".

Marcos Reinoso // Senderismo (O Courel)

"Cualquier dificultad que tengas, aquí se acrecienta"

El biólogo vigués Marcos Reinoso traspasó hace un par de años el bar de copas que regentaba en la ciudad olívica y se trasladó con su pareja, Rebeca, a vivir a la sierra de O Courel, en la montaña luguesa, donde han creado su propia empresa -Pía Paxaro- para dar a conocer la flora y la fauna de la zona.

Además de realizar rutas de senderismo, organizan cursos de micología, de fotografía o de plantas medicinales. También ofertan programas para conocer mejor la fauna de la zona, como el oso o el lobo. "En O Courel hay muchos sitios donde dormir, pero faltaba algún tipo de actividad para conocer mejor este lugar tan maravilloso", explica este vigués de 40 años. Marcos y Rebeca viven en Paderne de Courel, una aldea de 29 habitantes que cuenta con 55 plazas de turismo rural. En todo O Caurel hay unas 400 plazas de alojamiento.

Entiende Marcos Reinoso que para asentar a la población en el rural la Administración debería ofrecer alguna ventaja a quienes se deciden a vivir en el campo. "Es complicado para las parejas jóvenes, sobre todo si tienen hijos; al menos deberían dar algunas ayudas, como eliminar la cuota de autónomos los dos primeros años, a aquellas personas que invierten en el rural; no creo que a la Administración le supusiese mucho", refiere Marcos.

El cambio de la ciudad al campo no ha supuesto para Marcos y Rebeca ningún contratiempo: "puedes echar de menos algún tipo de actividad cultural o incluso el mar, pero vemos más las ventajas de vivir aquí, sin ruidos ni agobios". Añade que en esta época de primavera "es muy gratificante ver cómo cada día cambia el paisaje".

En cuanto a las desventajas, señala que en caso de una urgencia sanitaria, "el hospital más cercano está a una hora en coche; cualquier dificultad que tengas, aquí se acrecienta. Evidentemente, las carreteras están ahora mejor que en los años 80 y cuentas con teléfono o internet, pero para algunas necesidades sigue siendo complicado vivir aquí".

Pedro Rodríguez // Bodeguero (Sober)

"Es una pena perder los valores que desarrollaron nuestros antepasados"

A sus 41 años, Pedro Manuel Rodríguez Pérez mantiene una tradición familiar en la viticultura heroica de la Ribeira Sacra. "Mi abuelo ya cultivaba los viñedos y yo llevo quince años intentando recuperar las formas de trabajar de antaño, con raspones, fermentaciones en conos de madera... Aunque la base de nuestros vinos es mencía, estamos recuperando también otras variedades autóctonas gallegas; queremos hacer productos para mercados diferenciados".

Para el responsable de Bodega Guímaro, la vida en la pequeña aldea de Sanmil, en la parroquia de Santa Cruz de Brosmos (Sober), no tiene nada que ver con la que llevaron sus abuelos o sus padres. "Estamos en el rural, pero las comunicaciones han mejorado mucho y en 15 minutos nos ponemos en Monforte -comenta Pedro Rodríguez-; no estamos aislados. No es como hace 30 años, en que apenas llegaba el teléfono; hoy hay internet en todos los lados. Y por la propia forma de trabajo ya no importa que estés en una ciudad o en el campo".

En cuanto a las ventajas de vivir en el campo, el responsable de la bodega Guímaro cree que "hay una calidad de vida que no se encuentra en las grandes ciudades", para los jóvenes tiene "el atractivo de una forma de vida más ecológica, donde con unas parcelas puedes ser tu propio jefe y tener un trabajo sin horarios, aunque hay que reconocer que hay momentos en que se trata un trabajo duro". Momentos de mayor dureza en el trabajo como sucede en la época de vendimia en la Ribeira Sacra. No en vano se trata de la denominada viticultura heroica por lo agreste del terreno.

"En los viñedos de esta zona del Sil hay desniveles de entre 50 y 70 metros, y la vendimia hay que realizarla de forma manual, pero son trabajos muy gratificantes", añade Pedro Manuel, que vive con su mujer Verónica y dos pequeñas hijas, de uno y tres años. "Ahora el autobús escolar llega hasta la aldea, no como cuando yo era niño, en que con cuatro o cinco años teníamos que ir andando dos kilómetros para poder coger el autobús", recuerda el bodeguero de Sober.

La familia de Pedro Rodríguez cuenta con 8 hectáreas de viñedos propios en Sober, más otras 14 hectáreas de productores a los que compran las uvas. Su filosofía es mantener la tradición iniciada por su abuelo y que continuaron sus padres, Manolo y Carmiña. "Pero junto con la tradición -añade-, pero compaginando lo antiguo con lo moderno, porque no hay que confundir lo enxebre con lo cutre".

Por último, el responsable de Bodega Guímaro anima a revitalizar el rural, "porque es una pena que perdamos unos valores tan importantes que han marcado la vida de nuestros antepasados. Yo, que viajo por otros países, me encuentro con mucha gente que tiene envidia sana de quienes viven y trabajan en el campo. Mientras que aquí el rural se ve como una vuelta atrás, en otros países se valora mucho a la gente del campo".

José Luis Carrera // Empresario (Palas de Rei)

"Hace falta autoestima entre la gente del rural y una mayor planificación"

José Luis Carrera Valín lleva más de 20 años luchando para hacer del rural un espacio con futuro. Es el responsable de Arqueixal, un proyecto ubicado en Albá (Palas de Rei), en la comarca lucense da Ulloa, que combina la producción de leche ecológica, la elaboración tradicional de quesos y yogures, el agro-turismo y la cultura.

En opinión de José Luis, el principal problema del rural gallego es la falta de autoestima. "Tenemos un problema estructural -comenta-, de falta de planificación. Nunca se apostó por el rural. Pero más que ayudas y subvenciones, lo importante es que se genere autoestima en las personas que viven en el rural". No oculta, sin embargo, el responsable de Arqueixal que la gente que se quiere instalar en el rural, aunque tenga la voluntad de hacerlo, "se encuentra con dificultades por falta de asesoramiento y de una clara apuesta pública que ayude a resolver esos problemas".

Las nuevas tecnologías están cada vez más asentadas en el ámbito rural, pero "todavía existen deficiencias, como la velocidad de internet, que es inferior a la de las ciudades; hay peores coberturas de los móviles€ Las estructuras son diferentes, y entiendo que hay que contar con esas desigualdades: hay una serie de servicios en las ciudades que no se dan en el rural. Pero en el rural también tiene ventajas que no se encuentran en la ciudad".

Mayor autoestima

José Luis Carrera cree que las ventajas del mundo rural en Galicia "nunca se visibilizaron bien tal vez por esa falta de autoestima; y es una losa que está ahí". Cuando se le habla de lo cuidado que se encuentra el campo en otros países, como Francia, el responsable de Arqueixal argumenta que "los franceses tienen una mayor autoestima de su rural, que a su vez les reporta más beneficios".

La apuesta de Arqueixal va en esa línea de recuperar la autoestima de la aldea. Por un lado realizan una actividad económica basada en un proyecto que respeta el medio ambiente, como es la producción ecológica de leche y sus derivados, y además organizan actividades complementarias, como el agro-turismo y la cultura del conocimiento. "Tanto en las visitas escolares como en las visitas de grupos, lo que hacemos es recorrer una aldea y transmitir los valores de la aldea, del rural; enseñarles que se puede vivir de eso".

El proyecto Arqueixal fue creciendo poco a poco a partir de la quesería artesanal. Ahora cuenta con un pequeño núcleo rural rehabilitado con criterios de bio-construcción en el que desarrollan diversas actividades.

"Tú vas a Francia -señala Carrera- y cualquier niño conoce perfectamente su medio rural más cercano; aquí se tiene de menos, no se fomenta en los colegios que los niños conozcan la vida de las aldeas, lo que genera autoestima de su propio medio. Aquí los chavales van a ver animales al zoo, pero nunca han visto una vaca, cuando en Galicia tenemos un millón de vacas".

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