Rodeado de sus seres queridos, y en la más estricta intimidad, su familia, sus amigos, sus vecinos, han despedido a Pepe. Se llamaba José de Arcos, 75 años, y llevaba más de siete meses desaparecido. La búsqueda concluye con la peor de las noticias: sus restos, su cuerpo sin vida, aparecían en el mismo bosque, cercano al santuario, en el que se perdía su pista. Pepe desapareció en Lourdes (Francia), el mismo día que llegó en una excursión que hizo con la Peña Blaugrana de su localidad,Sant Vicenç de Castellet, su pueblo.

Hace unos días, la gendarmería llamaba a sus hijos tras siete meses de silencio: habían encontrado unos restos. Tras el análisis de ADN, se confirmaba, era Pepe. Su cuerpo yacía muy próximo a la zona donde se batió todo el tiempo.

Pepe, momentos antes de desaparecer; a la izquierda, cartel difundio en Lourdes (Francia). CASO ABIERTO

"Me he perdido"

"Mi padre se desorientó", explicaba su hijo Marc a este medio. "Se separó del grupo, dijo que iba un momento a la farmacia y se perdió". Era 15 de julio. Saben que Pepe intentó pedir ayuda: "Me he perdido". Llamó a su familia y a los amigos que viajaban con él para que le dijeran cómo volver.  "Veo un puente de hierro, unas vacas… No, gente no hay, no puedo preguntar. Solo pasa algún ciclista…. Bueno, a ver si veo a alguien, intento llegar". No pudo, no supo. Sin éxito.

El grupo acudió a la policía para tratar de encontrarlo.  "Nos llama y describe el paisaje, pero no sabemos dónde está", contaron a los agentes compañeros de la peña. Nadie salió en su búsqueda. Su teléfono se quedó sin batería. No volvieron a verlo. 

Tristeza, dolor, resignación, y silencio. A la impotencia de no saber se añadía la distancia. Las batidas, organizadas por la familia, por voluntarios, no llevaban a nada. Su dolor, su grito, contado en CASO ABIERTO, portal de Sucesos e Investigación, llegó a los Mossos d’Esquadra y al Centro Nacional de Desaparecidos (Ministerio del Interior), que se pusieron en contacto con la gendarmería francesa. "Solo podemos dar las gracias por el esfuerzo e interés en encontrar a nuestro padre", cuenta su hijo Marc. El dolor es inmenso pero, al menos, Pepe descansa en su Sant Vicenç de Castellet.