Los agentes que participaron en la inspección ocular y en el levantamiento del cadáver de la niña Desirée Leal, asesinada en Muimenta en mayo de 2019, advirtieron la presencia de sangre en el cuerpo de la menor, así como en una almohada, el suelo de la habitación, un calcetín y una zapatilla, además de en el pijama de la madre, Ana Sandamil, que fue localizado debajo de la cama. “No había lugar a dudas de una muerte violenta”, explicó uno de los agentes durante su declaración como testigo en el juicio, que acoge la Audiencia Provincial de Lugo.

En la primera inspección, explicó, observaron “petequias” en la cara de la niña, que “no son un síntoma de envenenamiento” sino “más bien de un ahogamiento o un estrangulamiento”. Además, prosiguió, “no había lugar a dudas de una muerte violenta porque tenía sangre en la manos y en los brazos” y en la boca, así como una pequeña herida. El pijama de la niña también estaba manchado de sangre.

El testigo fotografió y tomó muestras de unas salpicaduras aparecidas cerca de la cama, en sentido ascendente, que serían compatibles “con alguien que intente hacer beber algo a la niña y la niña, de un manotazo, y tire el agua”.

Finalmente, los agentes encontraron bajo la cama el pijama de la madre, que se había cambiado de ropa antes de llegar los sanitarios. En este pijama, localizaron restos de sangre en las piernas, entre la ingle y la rodilla, lo que el testigo considera “compatible” con “la posición de la madre a la hora de matar a la niña”. “Yo la única duda que tengo es si la mató en la cama o la mató en el suelo”, zanjó.

Compareció también un policía que analizó la tableta de la madre, donde se encontraron búsquedas acerca de un veneno, la estricnina. En la primera sesión del juicio, un tío de la acusada dijo que él era el que había buscado esa sustancia, por curiosidad, por relación con su profesión --agricultor--, dado que se empleaba como matarratas. El agente declaró ayer que la palabra estricnina fue buscada hasta en 14 ocasiones.

En el historial médico de la madre de Desirée no aparecía ninguna referencia a supuestos episodios delirantes, de persecución o de confusión de personas con anterioridad al crimen, a pesar de que ella misma contó después a distintos facultativos que llevaba meses sufriendo un “cuadro psicótico” que, según la psiquiatra que la trató durante todo su ingreso en el Hospital de Lugo, pudo ser el origen de los hechos.

La psiquiatra que la atendió durante todo el periodo que duró su ingreso en el hospital tras el crimen aseguró que presentaba, tanto en el momento de los hechos como meses atrás, un “cuadro psicótico” caracterizado, entre otras cosas, por creer que algunas personas de su entorno habían sido suplantadas y que, en su opinión, pudo desencadenar los hechos.

No obstante, los médicos que con anterioridad trataron a la acusada --alguno de ellos dos meses antes del crimen-- afirmaron que solo acudió a su consulta pidiendo ayuda porque padecía de insomnio y que, en ningún momento, ni ella ni su madre, que la acompañó en varias ocasiones, hablaron de este tipo de pensamientos alejados de la realidad.

El padre de Desirée, José Manuel Leal, dijo ayer a las puertas de la Audiencia Provincial de Lugo que la jornada del miércoles –la tercera de la vista oral– fue un día “muy duro”, porque se exhibieron las fotografías del cadáver de la pequeña.

Leal señaló a la prensa que no descarta denunciar a los abuelos maternos de la niña por haber incurrido “en falso testimonio” durante el juicio. Añadió que no entiende “por qué se miente de esa forma”, en alusión a las palabras de la abuela materna sobre que había visto a la pequeña “con la boquita cerrada y sin signos de violencia”. “Y se ha comprobado a través de fotografías y declaraciones de policía judicial el estado del cuerpo de la niña con la boca abierta, con llagas, destrozada y sangre en los brazos”, lamentó.