La inverosímil, pero real, historia de anónimos, robo de armas y policías acusados de proteger a traficantes en la comisaría de Ourense subió de tono cuando, el 9 de abril de 2016, el agente Celso B. A. apareció muerto de un disparo en la cabeza en un despacho. Dos agentes gemelos, amigos de la víctima, fueron detenidos el año pasado. Un informe de Asuntos Internos avala ahora que la muerte del policía fue un suicidio y no un crimen.