La inverosímil, pero real, historia de anónimos, robo de armas y policías acusados de proteger a traficantes en la comisaría de Policía Nacional de Ourense escribió un capítulo trágico cuando, el 9 de abril de 2016, el agente Celso B. A. apareció muerto de un disparo en la cabeza, en un despacho de la quinta planta. Durante 21 meses, la magistrada Eva Armesto investigó bajo secreto. En enero de 2018, ordenó la detención de los gemelos Roy y Bernardo D. L., amigos de la víctima. En julio de ese año los citó y endureció las medidas tras aparecer su ADN en un sobre con pólvora bajo el cadáver. Hace semanas, la Audiencia Provincial ordenó levantar el secreto de una parte del proceso que aún se mantenía reservado, y además acotó el horizonte temporal máximo para seguir investigando: la causa deberá finalizar antes del 21 de enero de 2020. Hace días, llegó al juzgado un informe de Asuntos Internos de 167 páginas y dos centenares de folios en anexos. La unidad se inclina por que fue un suicidio.

El grupo VI de Asuntos Internos, el que desmanteló a la anterior unidad antidroga -con cuatro agentes que van a juicio acusados de una presunta connivencia con traficantes en la operación Zamburiña-, plasma en su dictamen, en mayúsculas y en negrita, que la muerte de Celso B. A. apunta a una etiología suicida. "A juicio de este equipo investigador no existen suficientes indicios para sospechar que implique una etiología homicida".

La unidad remitió sus conclusiones sobre la muerte de Celso B. A., tras efectuar un estudio global de la instrucción, analizando elementos como correos electrónicos, informes de balística, o la inspección ocular de la escena. Que el arma de la que salió el disparo que mató a Celso -una de las seis sustraídas, tres de las cuales estaban en el despacho- no tuviera cargador pero quedara con la recámara abierta fue un elemento que llamó la atención e hizo que se barajara un posible homicidio. Asuntos Internos concluye que, por tratarse de una de las robadas, carecía de cargador -en el búnker se depositan por separado- y tenía una sola bala en la recámara . Dice que es compatible con un empuñamiento forzado del fallecido -era zurdo y las armas están pensadas para tiradores diestros- y que el ADN distinto de Celso que se halló, y que no pertenece a los gemelos, podría ser del dueño del arma.

La unidad no apreció rastro de arrastre de sangre, ni indicios de lucha ni manipulación de la escena. Celso era "maestro" en artes marciales y defensa personal, e incluso lo llamaban así. Asuntos Internos considera que las marcas de presión y manchas de sangre en el índice de la mano izquierda del agente resultan compatibles con que estuviera empuñando el arma y tuviera el dedo en el gatillo. La unidad tampoco detecta vacíos o sombras ni patrones alterados en el escenario, marcas de pisada o rastros de limpieza de huellas, restos de sangre en los pasillos o las puertas, ni ningún cuerpo extraño junto a Celso en el momento del disparo.

Además, los investigadores señalan que en la mano izquierda de Celso había partículas específicas de disparo. Acerca del sobre con pólvora con ADN que se halló bajo el cadáver reconocen que es "anómalo" pero no descartan la posibilidad de que el agente, al caer muerto, lo tirara. "Llama la atención que pudiera ir arrastrándolo y abriéndolo, porque se encontró abierto debajo del cuerpo. No tiene lógica", cuestiona la acusación particular.

Asuntos Internos sostiene que el anónimo en el que se autoinculpaba y pedía perdón por la trama policial sí es de Celso. En su correo había información y recortes de prensa sobre la Zamburiña y el robo de las pistolas. Se manifestaba contrariado con los jefes de comisaría y expresaba descontento, desasosiego y preocupación por el clima de "señalamiento y persecución" de sus compañeros y amigos, los gemelos, recuerda Asuntos Internos.

El informe añade que Celso y los hermanos no discutieron el día antes (lo corroboraron los testigos) y que la conjetura de que fuera Bernardo el que mató a su compañero tras colarse en comisaría en el maletero del coche conducido por Roy "no parece meramente sostenible". Recuerdan que Bernardo estaba de baja desde enero de 2016 y no acudió a la sede policial ni cuando fue citado a un expediente disciplinaria.

Defensa y acusación particular

La defensa de los gemelos, Neil González, solicita a la jueza que la unidad lleve el peso de la instrucción y que aparte a la UDEV de la Policía Judicial de Ourense, a la que considera parcial. La acusación particular, ejercida por Arturo Mosquera en representación de la familia del policía fallecido, mantiene que fue un homicidio y considera que el informe de Asuntos Internos "es uno más, que se opone a numerosos datos y otros informes que lo contradicen. La valoración de Asuntos Internos de muchos informes periciales es contravenir los criterios de los peritos sobre sus propias investigaciones. Otros cuerpos policiales emiten otros informes que entran en la tesis de homicidio". La defensa opina que "el informe viene a concluir lo que hasta ahora eran solo conjeturas haciendo referencia a datos objetivos extraídos de la causa y siendo analizados en profundidad para llegar a la conclusión sostenida por esta parte: que se trata de un suicidio".

La unidad también apoya al juez Leonardo Álvarez en las pesquisas que lleva a cabo sobre el robo de armas, tras hacerlo previamente en el marco de la Zamburiña, que surgió precisamente con más de una docena de escuchas tras desaparecer las pistolas. En febrero de 2019, Asuntos Internos presentó un informe al juez en el que contradecía el atestado de la UDEV que atribuía los anónimos y el robo de armas al policía fallecido y a los gemelos, por un ánimo de venganza contra otros compañeros, en concreto contra el exjefe de drogas. Asuntos Internos cuestionó varias afirmaciones de la Policía Judicial de Ourense. En la causa sobre las pistolas -reabierta hace 7 meses por el oficio de la UDEV y que sigue sin imputados-, el juez Álvarez pidió a la comisaría aclaraciones y espera otro nuevo dictamen de Asuntos Internos.