El 28 de marzo de 2012 se declaró un incendio en la caldera de la nave de fabricación de puertas, Comercial Vilanova, ubicada en la parroquia de Curro, en Barro. El fuego se extendió rápidamente, hubo una deflagración y varios trabajadores se vieron atrapados en el segundo piso de la nave y tuvieron que saltar al vacío desde una altura de entre ocho y nueve metros de altura. Uno de ellos, Juan Ogando, Ruibal, falleció. Otros cuatro, dos de ellos también después de arrojarse desde la primera planta, resultaron con heridas de gravedad.

Aquel incendio sentará esta semana en el banquillo de los acusados a dos hermanas hijas del fundador de la empresa, B. V. C. y E. M. V. C., como autoras de un delito contra los derechos de los trabajadores, otro de homicidio imprudente y tres delitos de lesiones imprudentes. También lleva al banquillo a D. A. G., perteneciente a la empresa encargada de la implantación y control de las medidas de prevención de riesgos laborales en Comercial Vilanova, unas medidas que, a tenor del escrito de la Fiscalía, brillaban por su ausencia. Las dos primeras acusadas (una de ellas encargada, administradora y gerente de la fábrica) se enfrentan a una petición de condena de cuatro años de prisión. Para D. A. G. el fiscal solicita dos años de cárcel.

Según el fiscal, el operario fallecido en aquel incendio tras arrojarse por una ventana para escapar del fuego, Juan Ogando, estaba trabajando a pesar de encontrarse de baja por una situación de incapacidad temporal y trabajando sin contrato en virtud de "un acuerdo verbal" con la gerente de la empresa.