La instalación pirotécnica de Baldráns, donde desarrollaba su trabajo Francisco González, está situada a unos tres quilómetros de la nave de Paramos donde se produjo la explosión del material allí almacenado, ocurrida el pasado 23 de mayo. Un suceso que ha supuesto la pérdida de dos vidas, numerosos vecinos heridos, casas totalmente derruidas, coches y bienes.

Un juzgado ya ordenó en el año 2014 la clausura de la planta y la demolición de parte de las instalaciones por cuestiones urbanísticas, sentencia que fue avalada después por el TSXG. El Concello tudense no llegó a ejecutar los derribos, pese a los emplazamientos judiciales dirigidos a los dos últimos alcaldes. Enrique Cabaleiro es quien dictó la resolución de clausura de actividad y demolición, pero se presentaron recursos en vía administrativa y judicial por parte del titular de la actividad, por lo que se optó por esperar las resoluciones judiciales.