El día amanecía encapotado en Langreo. A las siete de la mañana, una vecina del barrio de La Pomar subía la persiana. Sobre la calle, yacía el cuerpo de un hombre. Poco podía sospechar la tragedia que aquel cuerpo inerte revelaría poco después. Luis Llaneza Llaneza, de 88 años, se había arrojado desde el edificio en el que vivía. Antes había dado muerte a su mujer, María Isabel Fuente Antuña, de 84 años y enferma de alzhéimer. La vecina, asustada, llamó de inmediato a la Policía Nacional.

Los agentes accedieron al domicilio del número 5 de la calle Juanito Perotti, en el que el matrimonio había residido toda su vida. En una habitación, sobre la cama, encontraron el cuerpo de la mujer, que había sido degollada por su marido. Especialistas de la Policía Científica accedieron a la vivienda para tomar pruebas con las que esclarecer el suceso y cerrar la investigación.

Poco había que rastrear. Luis Llaneza había dejado una carta manuscrita dirigida a sus tres hijos, en la que de forma escueta relataba lo sucedido como una situación inevitable y les pedía perdón. Era fácil suponer que, quizá superado por la enfermedad de su mujer, había decidido acabar de esta forma con el sufrimiento de ambos. Sería, lo que se denomina "un crimen por compasión". Aunque en la tarde de ayer fuese convocada una concentración, ante el Ayuntamiento de Langreo, en condena por un asesinato por violencia de género.

A los agentes les sorprendió que las persianas del amplio edificio de dos plantas estuvieran completamente cerradas. ¿Desde dónde se había arrojado? Los policías descubrieron después una terraza no visible desde el exterior, desde la que se habría precipitado al suelo. El Juzgado de Primera Instancia e Instrucción nº 1 de Langreo, en funciones de guardia, ordenó a primera hora de la mañana el levantamiento de los dos cadáveres y constató que no existían denuncias previas registradas.