En febrero de 2012 muchos vigueses confundieron con un seísmo el temblor provocado por una voladura controlada en el Puerto de Vigo. El Instituto Geográfico Nacional la pudo medir, pese a su origen artificial, y la magnitud fue de 1,7. Algo similar ocurrió con la explosión de Tui. En este caso, el evento, que se identificó como una explosión artificial, también fue detectado por siete estaciones de medición, según explican desde esta entidad, y alcanzó una magnitud inferior, de 1,3, que es la magnitud "de un terremoto pequeño", superficial y que no tiene origen sísmico. Las ondas en este tipo de casos se transmiten de forma parecida a las de un terremoto, explican, son superficiales, aunque sus parámetros técnicos sean distintos, por lo que pueden sentirse de manera similar.

Por los cuestionarios (avisos que envíen las ciudadanos) que recibe el Instituto Geográfico Nacional, confirman que llegaron notificaciones de que la deflagración se sintió en Tui, como es lógico, y también en Valença do Minho, además, de forma "muy leve", informan, de en Chapela, Redondela o A Reboreda.

El Instituto Geográfico Nacional estudia en profundidad los movimientos sísmicos producidos de forma natural. Sin embargo, explican que su red también registra datos de fenómenos artificiales, que quedan luego clasificados como tales, como voladuras, lo que ocurre por ejemplo en zonas donde hay canteras, como en Ourense. En ocasiones los vecinos de estas zonas lanzan un aviso sin ser conscientes de que lo que han notado fue una explosión. Otras veces lo que notan los aparatos son voladuras por una obra en carretera o en la construcción de una vía férrea. Estas explosiones, señalan desde el Geográfico, pueden llegar a sentirse y se miden. Lo primero que hace el Geográfico Nacional al recibir un evento es localizarlo y calcular la magnitud.