Empleaba presuntamente lazos de acero y alambre en un monte de la localidad pontevedresa de Gondomar para cazar animales. Y usaba también gasoil, mediante una técnica que consiste en llenar de combustible un socavón realizado en el suelo para que, una vez los jabalís caen en la trampa dándose baños allí para eliminar garrapatas y otros parásitos, los perros puedan seguir fácilmente su rastro. El operativo que concluyó con el arresto del cazador furtivo fue realizado en 2016 por el grupo Seprona de la Guardia Civil con base en Vigo. Y, concluida la instrucción judicial, el caso está próximo a juicio. La Fiscalía atribuye al acusado un delito contra la fauna, por el que solicita que sea condenado a abonar una multa de 3.600 euros, así como que se le inhabilite año y medio para el ejercicio del derecho a cazar. La causa fue elevada al Juzgado de lo Penal 1 de la urbe olívica, que señaló la vista para este abril.

Entre las montañas de asuntos penales que entran en los tribunales, los relativos a delitos contra la fauna o la flora no son muy frecuentes. Las estadísticas de la Fiscalía dan fe de ello. La última memoria anual hecha pública es la de 2016, y ésta arroja que ese año en toda Galicia solo se incoaron 50 causas de esta materia -7 en la provincia de Pontevedra- y únicamente hubo 4 sentencias. En 2015 la tónica fue similar: 54 procedimientos y 5 fallos judiciales.

En el caso de este gondomarés, el Ministerio Público le atribuye la presunta comisión del delito del artículo 336 del Código Penal, que castiga a quien, sin estar legalmente autorizado, "emplee para la caza o pesca veneno, medios explosivos u otros instrumentos o artes de similar eficacia destructiva o no selectiva para la fauna". El ilícito, junto a inhabilitación, está penado con prisión o multa. En este procedimiento la fiscal optó por solicitar la sanción económica.

El escrito de calificación provisional del Ministerio Fiscal relata que "al menos en noviembre de 2016" el acusado colocó lazos de acero y alambre "para cazar animales que quedaron atrapados en dichos lazos" en una zona de Mañufe próxima a su casa. "Igualmente en esa zona realizó un agujero en el suelo, formando una balsa, que llenó con gasoil para atraer animales, sobre todo jabalís, que se bañan en la misma para liberarse de parásitos", se agrega.

Este método de caza con combustible, según informó el Instituto Armado cuando hizo esta actuación, suele ser utilizada por cazadores furtivos. Cuando los jabalís tras darse esos baños siguen su camino, son fáciles de localizar con perros de rastro como el "Azul de Gascuña", la raza del can que llevaba el imputado cuando fue sorprendido por los agentes.

Investigación del Seprona

Tras tener conocimiento el Seprona de la existencia de estas trampas, una patrulla localizó el 8 de noviembre de ese 2016 dos lazos supuestamente colocados por el acusado, escondidos entre vegetación en una zona forestal de Mañufe. Cerca había pisadas de animales como jabalís, zorros o ginetas. Y tras hacer vigilancias, el día 17 de ese mes los agentes vieron, cuenta la Fiscalía, como el hombre, junto al perro de caza, acudió allí y empezó a "manipular" los lazos.

Lo sorprendieron así in fraganti. Los efectivos se incautaron de un cable de acero con lazo corredizo, así como de otro de alambre. También de dos garrafas de plástico con restos de gasoil junto a una balsa, "de la que emanaba fuerte olor" a esta sustancia. Y en unas instalaciones de la finca donde el investigado tiene su domicilio hubo más hallazgos, relata la acusación pública: en unas perreras había un rollo de cable de acero y en un galpón, otro lazo del mismo material, así como "trofeos de caza, colas y otros restos de varias piezas de caza". La Fiscalía señala que "la tenencia, empleo y comercialización" de redes, lazos o cepas para la caza está "expresamente prohibido" por la Ley 13/2013 de Caza de Galicia.