A la espera de que los forenses certifiquen las causas exactas de la muerte a través de la autopsia, todas los indicios apuntan a que Luis Domínguez Collarte, el vigués de 67 años desaparecido desde el pasado sábado, falleció a causa de una hipotermia. Su cuerpo fue hallado ayer en una pista forestal de un monte de Bembrive. El sexagenario, vecino del barrio de O Calvario, pudo haberse extraviado tras asistir a un partido de petanca, por lo que estuvo a la intemperie en mitad del monte. Las temperaturas fueron bajas este pasado fin de semana. Hasta el lugar del suceso acudió la comisión judicial del Juzgado de Instrucción 3 de Vigo, en funciones de guardia, para proceder con el levantamiento del cadáver.

El cadáver de Luis Domínguez fue localizado ayer al mediodía. Llevaba dos días desaparecido de su domicilio en la calle Doctor Carracido. Un hombre que paseaba por la zona halló el cuerpo. Tanto el forense como agentes de la Policía Científica de la comisaría viguesa, tras una primera inspección del cuerpo en el lugar, no apreciaron aparentes signos de violencia, si bien estos resultados debe confirmarlos la autopsia. La pista forestal donde fue localizado está a varios kilómetros de su lugar de residencia, un punto colindante con el tramo de la autopista que va de Puxeiros a Baiona. Sus familiares habían puesto una denuncia en la Policía Nacional la mañana del domingo, siendo también informada la Policía Local de Vigo tras no regresar la noche anterior a su casa, en la que vivía con su hermana. A pesar de sufrir una leve discapacidad intelectual, el sexagenario no tenía problemas para valerse por si mismo e incluso acudir con frecuencia a multitud de eventos deportivos en la ciudad, especialmente partidos de petanca y tenis.

Luis era muy conocido y querido en su barrio, O Calvario, cuyas calles paseaba a diario. Muchos lo recuerdan fumando un puro o portando una pequeña radio que le permitía conocer al minuto los resultados de cualquier partido o competición que se disputase. Sus vecinos y allegados lo definen como una persona cariñosa y atenta con todo el mundo, además de interesarse siempre por la situación familiar de cada uno de sus convecinos.

Como gran aficionado a los deportes, procuraba no perderse ningún partido del Gran Peña y era también asiduo a los campos de Balaídos y Barreiros para ver jugar al Celta y a las categorías inferiores celestes. Muchos son los aficionados que lo recuerdan paseándose por los aledaños del estadio fiel a sus colores y a su equipo y también animar al club ya en el campo.