Acumula varias condenas por abusos sexuales y otra por acosar casi a diario a un menor al que abordaba cuando iba al colegio. Y ayer volvió a sentarse en el banquillo de los acusados. Se trata de J.A.P.P., un vecino de Vigo de 57 años que supuestamente abusó de un niño de 12 tras engatusarlo con regalos y propinas semanales o invitándolo tanto a él como a dos amigos a hamburguesas o golosinas. El acusado, que permanece en libertad, negó las conductas sexuales que le atribuyen, justificando que la relación con el chico era "una amistad sin más". Y atribuyó la denuncia a que los padres del menor "vieron una oportunidad de sacar dinero", sobre todo a raíz de que conociesen sus "antecedentes" penales. "¿Se planteó usted que era un menor de 12 años", le preguntó la fiscal cuando él relató con naturalidad que llegó a llevar al chico por diferentes zonas de vinos y de copas de la urbe olívica una madrugada de Fin de Año. "Ahí tiene usted razón, no me lo planteé", dijo este hombre, que aseguró que se encuentra "muy a gusto" con "chavales de 12 o 14 años". "Me siento cómodo hablando y enredando con los niños", declaró.

La Fiscalía pide 6 años de cárcel, 10 de alejamiento con respecto al menor y el pago de 12.000 euros de indemnización. Las condenas por abusos que ya tiene son antiguas y no computan a efectos de reincidencia. En cuanto a otra de 2013 por acosar a un menor -lo abordaba casi a diario cuando iba al colegio-, el Ministerio Público demanda que, en caso de que se le considere culpable, se le revoque el beneficio de la condena condicional que tenía en aquella causa.

Hechos

Los hechos juzgados ayer se remontan a finales de 2014, cuando el acusado, según la Fiscalía, contactó con el niño, al que abordó cuando caminaba y, tras conversar con él, se ofreció a recogerlo y trasladarlo en su coche desde el instituto. Estos encuentros se convirtieron en rutina y el acusado se fue ganando la confianza del niño con regalos y dinero. También contactaba con el menor en un un centro comercial, que el crío frecuentaba, junto con sus amigos, a los que también agasajaba o invitaba a hamburguesas. La fiscal sostiene que el hombre llevaba al menor y a sus amigos en su coche y que llegó a realizarle tocamientos a la víctima, que iba en el asiento del copiloto. En otras ocasiones, supuestamente invitó al adolescente a su casa, donde le realizó tocamientos y abusó de él, actos que repitió en la vivienda del niño, en ocasiones en que los padres no estaban. La situación no paró hasta que en febrero de 2015 se descubrió la situación y fue denunciado.

El acusado afirma que hizo "amistad" con el niño a raíz de que un día éste tropezase con él en la calle. "Él me presentó a sus amigos, me llamaba para que nos viésemos; lo llevé en alguna ocasión hasta el instituto; cuando estaba con él y sus dos amigos ellos estaban a su rollo", afirmó, negando que abusase de él o que lo llevase a su casa, aunque en su declaración en el juzgado de Instrucción sí había admitido que estuvo en su domicilio. "Sólo fui yo una vez a su vivienda, me llamó él para que le echase una mano con las matemáticas", señaló.

Sobre los regalos, dijo que eran de poco valor, como un reloj de "seis euros" o "unos calcetines", y que le daba "dos euros" los viernes y lo invitaba a hamburguesas o golosinas. Además del interrogatorio inicial, hizo uso de su derecho a la última palabra antes de concluir el juicio. Entre otras cuestiones, se quejó, en relación con sus antecedentes, de que la Policía fue a su barrio "y me puso a bombo y platillo de pederasta". Y negó de nuevo que abusase del joven: "Ahora me viene todo este chaparrón, no lo entiendo".

El menor y sus dos amigos declararon a puerta cerrada, protegidos por biombo y con la asistencia de una persona de su confianza. Después, entre otros testigos, lo hizo la madre del niño. Relató como el acusado llegó a presentarse a su marido como el "abuelo" de otro menor y que su hijo creía que era "un ángel". "Cuando le pedí al niño que me contase la verdad no podía decir con su boca lo de los tocamientos; lo escribió en el móvil y nos pusimos todos a llorar", afirmó.